El proceso de recesión educativa, cultural y moral iniciado hace 20 años logró de destruir buena parte de los beneficios sociales logrados en el ciclo democrático germinado entre 1958 y 1998. Ahora El régimen se encuentra ahora totalmente desconcertado luego de haber desmantelado los avíos de progreso que encontró cuando asumió el poder. La promesa de instaurar un “futuro limpio, no contaminado” se ha convertido en una auténtica pesadilla para 30 millones de personas.
La mayoría compró la oferta chavista y ahora el país está en bancarrota. El pueblo vive errante, a la deriva y sin herramientas para afrontar un futuro limpio, no contaminado con ideologías proscritas a nivel mundial. La moña que sedujo al pueblo, aupada por algunos “intelectuales” que se anotaron en ese elenco arrollador del chavismo, llega a su fin de manera trágica. Al tutor casual del poder se le esfuman los aliados en proporción a la merma del llenado de la busaca petrolera. ¡Tranquilos que todavía queda algo!
¿Aprendimos algo?
No obstante el sistema educativo formal y masivo expandido a partir de los programas suscitados por el presidente Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), al inicio de su primer período de gobierno (1870), ampliados luego con la aparición del petróleo, no se ha logrado desarticular la naturaleza impasible de buena parte del pueblo venezolano. La inercia populista se preserva en parte no obstante la acentuación de la crisis económica y social. ¿Será la miseria la causante de la pasividad; o lo contrario? Sólo la educación integral, ahora arrinconada por el régimen, puede suministrar los avíos necesarios para el desarrollo. Lo otro, como revolución, socialismo, patria, es mera pajilla utópica para seguir en el poder.
¡No quiero problemas!
Sentirnos apartados de los conflictos suscita efectos dormitivos y una sensación de disociación y paz sin darnos cuenta que los trances y sus causas no se solventan por sí solos. Como la droga callejera de baja calidad nos arrastra a la modorra; como si existiera tiempo ilimitado para acometer las urgencias impostergables. El petróleo, “bendita fuente de riqueza”, si bien estimuló y permitió con relativa rapidez la reconstrucción de la Venezuela atrasada y asolada en el siglo XIX, también operó para exaltar nuestro ego como “libertadores de América”.
¡Nueva era sin planes!
El súbito cambio labrado por “el oro negro” que estimuló el progreso del país, a partir de 1999 perturbó penosamente nuestro espacio capital. No se establecieron límites al dispendio y la corrupción mientras se hacía burla permanente hacia la dinámica de los sistemas productivos. El régimen actuó con desenfreno sin importar el deterioro que causaba a la “patria”. En 20 años de ensayos, la fábrica de pobres crece de forma paralela a la propaganda socialista.
¿Cómo era antes?
La Oficina de Coordinación y Planificación (Cordiplan) creada en 1958, por el contrario, elaboró 9 planes para el desarrollo de la nación. Su eficiencia y ejecución es otro asunto; pero siempre estaban sometidos al debate público. Veamos: (1960-1964); (1963-1966); (1965-1968); (1970-1974); (1976-1980); (1981-1985); (1984-1988); (1989-1993); (1994-1998). Así la economía y/o cualquier aspecto social era delineado por programas o estrategias concretas como siderúrgicas, petroquímicas, hidroeléctricas, redes viales y represas, entre otras. ¡Nada de eso vale en revolución!
El estorbo
Con la ascensión de Chávez los planes fueron suplantados por dádivas populistas que mantienen a buena parte del pueblo en estado famélico; sin comida ni medicinas. Ningún país puede crecer si lo intenta bajo patrocinio de los autoerigidos “de izquierda”. La historia demuestra que esa trampa que juega a la equidad y justicia obviando los factores de desarrollo, beneficia sólo a unos cuantos en detrimento de millones; es decir, de todos los demás. Venezuela no saldrá de abajo mientras su dirigencia socialista piense que basta con ostentar el poder como un todo mientras “lo demás, como el capitalismo, no cuenta porque “estorba” ¿Seguiremos a la espera?
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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