Entender (y tratar de explicar) la tragedia política que vive Venezuela en términos de contienda democrática no es que sea difícil, sino que es imposible, porque las estrategias que se confrontan pertenecen a juegos con naturalezas diferentes. El ajedrez es un desafío transparente y equilibrado, ambos competidores cuentan con el mismo poder de fichas y constantemente pueden observar los movimientos de su adversario. Haciendo una analogía algo forzada, podríamos decir que la competencia democrática aspira a tener el espíritu transparente del ajedrez. Hasta aquí todo armónico. La dificultad comienza cuando el adversario no comulga con esta transparencia, como ocurre con los regímenes no democráticos.