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Literatura y vida

La literatura es una búsqueda permanente, es una indagación en medio de la experiencia humana, hasta hallar hipotéticas respuestas al desvarío propio de la invención creador.

  • RICARDO GIL OTAIZA

05/05/2019 05:00 am

Siempre he creído en el poder transformador de la literatura, en su capacidad para abrir espacios en medio de la realidad, no solo para hacerla más vivible y llevadera, sino porque la complementa por la vía de las vivencias y de las emociones. Hay quienes piensan que la literatura es mera diversión y entretenimiento (incluso hay connotados autores que así lo plantean), marginándose entonces un hecho fundamental en su razón de ser: las personas requerimos del arte porque sencillamente nos hace más humanos. 

Cuando estudiamos el hecho literario nos percatamos, no sin asombro, de que las distintas civilizaciones han tenido literatura, y que ésta ha estado fuertemente enraizada con su cosmovisión (modos de vida, creencias-espiritualidad, tradiciones, relación tiempo-espacio, mitos, leyendas, etc.), lo que se erige en un sólido argumento para denotar la importancia de una actividad que nos muestra tal y como somos, pero que paradójicamente nos trasciende en el ahora

La literatura es una llave para la comprensión del presente, pero su ubicuidad (desde sus personajes, contextos e historias) nos lanza sin temor a mundos de ensueños, en los que todo es posible, incluso la negación de las leyes naturales, lo que nos impele, sin más, a avivar la imaginación, a ampliar nuestro cognoscente, a elevar nuestra mirada más allá de lo que la razón nos dice (y acota) que es posible hacer. La literatura es y no es la verdad. Vargas Llosa lo dice con otras palabras: “la verdad de las mentiras”. 

Si la literatura no fuese tan importante para los humanos, simplemente no existiría, o hubiese mutado en una suerte de “certeza”, que por su predictibilidad se desdibujaría ineludiblemente en el tiempo. Y no ha sido así. La literatura nace, se nutre y se transforma como respuesta a una necesidad humana de completitud, que intenta con afán hacernos plenos, ricos en sensibilidades y emociones; ansiosos en la búsqueda de posibilidades para reinventarnos hasta el infinito. 

Búsqueda permanente
La literatura es una búsqueda permanente, es una indagación en medio de la experiencia humana, hasta hallar hipotéticas respuestas al desvarío propio de la invención creadora. Sabemos de entrada que lo que se nos narra es fábula y artificio: un denso tejido en el que confluyen verdad y ficción, abstracción y realidad, pero nos dejamos llevar por aquellos ignotos mundos, queremos creer lo que se nos cuenta, y en el ínterin echamos a volar nuestra imaginación hasta hacer del texto parte consustancial de nuestro ser. 

Literatura y vida son una amalgama perfecta, en la que cada uno de sus constituyentes (reales e inventados) producen una sinergia tal, que los resultados se traducen en un portento (la maravilla de la obra literaria), que no podrían alcanzarse desde cada uno de sus elementos por separado. De allí el gozo que produce la literatura, sobre todo cuando no pierde sus vasos comunicantes con la realidad, y no sabemos a ciencia cierta cuándo es una u otra cosa. 

Esto es, qué duda cabe, arte en su máxima expresión. Y la verosimilitud se erige entonces en su más caro artificio, así como en el eje que articula la magia de lo que se escribe con el portento vivido como una realidad real. La literatura nos hace gozar y sufrir, reír y llorar a la vez, sabernos parte esencial del mundo, pero también dóciles marionetas cuyos hilos son manejados a su antojo por ese gran demiurgo que es en definitiva todo escritor y todo creador. 

@GilOtaiza 

rigilo99@hotmail.com
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