La legislación internacional establece que ningún Estado tiene derecho de intervenir, sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos de otro país. Sin embargo, desde principios de este año se puso en ejecución un flujograma de acciones destinadas al cambio de gobierno en Venezuela. El primer paso en esta dirección fue la celebración de la reunión del Grupo de Lima el 4 de enero.
Han transcurrido cuatro meses y la meta no ha sido alcanzada, pero el propósito se mantiene.
En la elaboración estratégica de esta iniciativa se ha considerado que para alcanzar el objetivo trazado es necesario que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se fracture o proceda a realizar un pronunciamiento, lo que se concretaría bien sea por medio de una sublevación, rebelión o un golpe palaciego en el país.
SANCIONES Y DUALIDAD
Para lograr que la FANB proceda a ejecutar la acción requerida para el cambio de régimen, se han adoptado varias líneas de acción. La más importante y de mayor profundidad corresponde a las sanciones, que a través del embargo petrolero y financiero buscan cortar los suministros de insumos para la industria y la agricultura, y detener la importación de alimentos y medicinas. Se estima que esa asfixia incrementaría el malestar social y, a su vez, presionaría al estamento militar.
La otra línea de acción tiene que ver con la creación de una imagen de poder dual que, al poner en riesgo la integridad de la nación, toca las teclas de la institución armada, garante de la unidad nacional, y brindaría razonamientos jurídicos a un levantamiento militar.
El otro elemento de presión sobre la FANB es la amenaza de una intervención militar extranjera que, independientemente de que se cumpla o no, es publicitada con el fin de conminar a una rendición preventiva sin combate, bajo la explicación de la superioridad bélica de las fuerzas externas.
ALICIENTES ELECTORALES
En relación a la estrategia en curso dirigida a provocar un pronunciamiento militar, hay diferentes consideraciones en el seno de la oposición interna. De un lado, están quienes estiman que la operación iniciada en enero ha fracasado, puesto que los militares no han cambiado su posición y no parecen dispuestos a deponer a Nicolás Maduro de la presidencia, por lo que proponen acelerar una acción de fuerza extranjera.
Por otra parte, está el sector de la oposición favorable a la búsqueda de acuerdos y entendimientos. No son partidarios de un golpe militar ni de una intervención y consideran que debe abrirse espacio al diálogo y la negociación.
Sin embargo, la línea oficial, expresada en Juan Guaidó, es la de agotar los intentos para que los militares le den la espalda a Maduro y lo desobedezcan. Desde esta óptica, sería prematuro recurrir en este momento a alguna modalidad de invasión. De manera que lo nuevos anuncios políticos o electorales continuarán apuntando, como alicientes, hacia el pronunciamiento militar.
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