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Lenguaje político

Un nuevo lenguaje político, simple y honesto, puede resultar efectivo para ganar. Veamos si lo será también para gobernar

  • NELSON TOTESAUT RANGEL

28/04/2019 05:00 am

La política es un oficio serio. El cual no debería relajarse frente aquellos que la menosprecian. Sus asuntos, al afectar a todos los ciudadanos, tendrían que ser tomados con imperturbable mesura, sobre todo en nuestros días cuando se ha vuelto común el banalizarla. Hacer política no es hacer cine, aunque a veces la realidad parezca más bien una película. Los hermanos Marx lo sabían y pese a entender el oficio mejor que muchos otros, prefirieron refugiarse en la televisión. 

Lamentablemente, a veces, la política podría servir como un medio para hacer comedia. En estos casos, daría todo menos gracia. Los comediantes que se han aventurado en este mundo son varios, y de múltiples países. Coluche es un caso bien conocido en Francia. El cómico llegó a abarcar un 16% de la simpatía votante, pese a retirarse y no llegar a medirse en las urnas. También tenemos el caso de Stephen Colbert en Estados Unidos y Eva Hache en España. Sin contar al famoso Beppe Grillo, en Italia, quien fundó un partido (Movimiento 5 estrellas) que resulta hoy en día el más votado del país. Además, sin olvidar a nuestro caso criollo, Benjamín Rausseo, conocido artísticamente como Er Conde del Guácharo. Este último se postuló en dos ocasiones: para las elecciones presidenciales del 2006 y las regionales de 2008. 

No obstante, no todos los casos de comediantes políticos han quedado solo en la intención. Esta semana, en Ucrania, las encuestas Exit poll reseñaban la aplastante victoria presidencial del actor y comediante Volodymyr Zelensky. Ellas, le daban a este candidato un 73,2%, frente a Petro Poroshenko, quien queda con tan solo un 25,3%. La diferencia abismal, es histórica desde todo punto de vista. Los analistas apuntan que la derrota del presidente actual está ligada al menosprecio hacia la clase dirigente. Cuando los políticos de un país están tan desacreditados, la victoria se le otorga a quien parezca más desligado de todo lo anterior. En este caso, un independiente. 

Este desgaste que hace posible la llegada de un outsider al poder se da por los propios políticos que, en un desespero de cortoplacismo, dicen cuánto gustan sin importar que se trate de una mentira o de una media verdad. El pasado lunes fuimos testigos del debate presidencial en Televisión Española. Los cuatro líderes españoles, Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Casado (PP), Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos), se midieron frente a sus electores por medio de un debate civilizado. ¿El objetivo? Tratar de endulzar a ese 26% que aún no decide, ya que es bastante improbable que a este punto la intención de los decididos llegase a cambiar. 

El debate no tuvo ganadores ni perdedores, pese a que la opinión pública quiera condecorar solo a su preferencia. Lo que sí tuvo fueron mentiras, muchas, buscando manipular la opinión pública. Por suerte, en una democracia sana, existen contralores sociales que se encargan de resaltar el descaro de los políticos. En este caso, el diario El País, publicó una lista en donde analizan lo “falso, medio verdad y opinativo”, en las declaraciones de cada candidato durante el debate. ¿El resultado? Todos mintieron, o manipularon la verdad. Quizá unos más que otros, pero todos terminaron optando por adulterar la información, en aras de terminar vencedores de la contienda. 

Ahora, lo que realmente impresiona es la facilidad con la cual se puede manipular la opinión pública. Es de Orwell (Politics and the English Language, Horizon) la frase que reza que “el lenguaje político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades”. ¿Aplicará también para aquellos que no son políticos? ¿Aplicará a los comediantes? No soy fanático de aquellos que incursionan en política sin previa preparación. Pero lo que vimos en la campaña de Zelensky fueron pocas promesas y muchos deseos. Total, si nada prometes, no puedes desilusionar. Al menos resulta honesta la técnica, sobre todo en un país que ocupa el puesto 120 de 180 en corrupción. Un nuevo lenguaje político, simple y honesto, puede resultar efectivo para ganar. Veamos si lo será también para gobernar. 

@NelsonTRangel 

www.netrangel.com 

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