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Libro y civilidad

Uno de los mayores motores de nuestro devenir histórico y uno de los más importantes inventos de la humanidad. Este martes 23 de abril celebramos el día del libro y del idioma y sus artífices...

  • RICARDO GIL OTAIZA

25/04/2019 05:00 am

Considero que no necesito de mucho preámbulo para contextualizar la importancia del libro en nuestras vidas. Es, sin más, uno de los mayores motores de nuestro devenir histórico y uno de los más importantes inventos de la humanidad. Este martes 23 de abril celebramos el día del libro y del idioma, pero también a sus artífices. Si bien conmemoramos a Miguel de Cervantes y a William Shakespeare, clásicos por definición de la lengua española y de la lengua inglesa, respectivamente, lo hacemos también con todos aquellos que usan la palabra impresa, que creen en ella, que la perfeccionan en su andadura, que la vuelcan en nuestra cotidianidad para insertarnos gozosos en la civilidad. 

A nuestra mente llegan muchos nombres y seres que hicieron de la palabra impresa obra de arte, portento de la creación, y es por ellos que el libro, a pesar de estar desahuciado desde hace décadas, continúa incólume, impertérrito entre nosotros. Cómo no recordar, por ejemplo, a Rómulo Gallegos, a Arturo Uslar Pietri, a Mariano Picón Salas, a Tulio Febres Cordero, a Juan Liscano, a Denzil Romero, a Salvador Garmendia, a Eugenio Montejo, a Oswaldo Trejo, a Gonzalo Picón Febres, a José Ramón Medina, a Francisco Herrera Luque, a Francisco Massiani y a Pedro Berroeta, idos ya de este mundo, pero aún presentes en nuestros libros y en esa memoria colectiva (de hecho imperecedera) que les agradece su impronta civilizatoria. 

Luz en medio de las tinieblas
En medio del mayor desierto cultural que haya vivido nuestro país en toda su historia republicana, la obra de autores contemporáneos como Rafael Cadenas, Ana Teresa Torres, Rafael Arráiz Lucca, Eduardo Liendo, Edilio Peña, Armando Rojas Guardia, Mercedes Franco, Guillermo Morón, Gregory Zambrano, Germán Carrera Damas, Moisés Naím, Victoria De Stefano, Mireya Kríspin, María Luisa Lazzaro, y Alberto Jiménez Ure, hace que entre nosotros el libro no sea una figura fantasmal, del recuerdo (quizás del olvido), sino luz en medio de las tinieblas: que buscan desdibujarnos como nación civilizada. 

Nuestros autores y sus obras azuzan entre nosotros la reflexión en torno del presente y de cómo abordar el porvenir sin complejos ni minusvalías, nos insertan con su palabra en el contexto regional y planetario como copartícipes de una realidad que se mueve a pasos trepidantes en múltiples direcciones, para hacer de nuestras vidas grandes redes de interconexión de información y de saberes en medio de una sociedad tecnológica y deshumanizada. 

Nos interpelan
El libro nos empuja a seguir dando la batalla por la diversidad, por el respeto al medioambiente, por una sociedad exenta de atavismos y de odios tribales. El libro y la palabra nos interpelan frente al racismo, la xenofobia, la segregación cultural y religiosa, para decirnos que somos parte y todo de una misma humanidad, que transita la historia con pasos agonizantes y que deberá retomar con urgencia sus huellas para deshacer las desviaciones y los errores que nos han llevado de manera acelerada al borde del abismo. 

El 23 de abril es también el día de la creación y de la racionalidad, porque de estas dos importantes variables dependen en buena medida que el mundo avance en medio de la tolerancia, del respeto, de la solidaridad y de la misericordia. El libro y la palabra pueden erigirse en sí mismos en ejes alrededor de los cuales se articule un futuro mejor para la raza humana, y para todos los seres que habitamos la Tierra. 

Todos hacemos falta para emprender esta urgente tarea. 

@GilOtaiza 

rigilo99@hotmail.com

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