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De los polvos de nuestro barro

Venezuela ha sido siempre mentalizada como un botín para buena parte de quienes viven en ella o vienen a sus tierras. Lo fue para los españoles, como lo es ahora para quienes expolian el Arco Minero

  • DANIEL ASUAJE

24/04/2019 05:00 am

¿Cuáles polvos nos trajeron a estos lodos del mar de la felicidad? Entre las causas figuran el desgaste del modelo puntofijista, la corrupción de entonces, el divorcio del gobierno a los clamores nacionales, la ineficiencia para resolver los problemas de inflación y del reparto de la renta, el mantenimiento de un modelo rentista importador y presidencialista-centralista, la ceguera partidista en entender los nuevos tiempos protagónicos de la sociedad civil organizada y de los ciudadanos mejor informados como actores políticos y de las exigencias sociales y posibilidades tecnológicas para sustituir gobiernos representativos por delegación por otros más representativos por participación. Su sinergia condujo al abrupto final del régimen democrático bipartidista de la tripartita corporativa (Gobierno-CTV-Fedecámaras).

Al comparar las quejas de entonces con los defectos de hoy, estos defectos más otros nuevos lucen como desastres astronómicos. Cierto es que algunas cosas como el esquema tripartito y el bipartidismo fueron evaporados, pero sustituidos por el eje Habana-Caracas y por el monopartidismo psuvista. Ante una comparación tan desfavorable la pregunta obligada es ¿cómo es que si entonces esos defectos disolvieron al modelo puntofijista, hoy estando agravados no han disuelto al modelo chavista? La perspicacia obliga a buscar causas no tan obvias.

Comencemos por señalar que Venezuela ha sido siempre mentalizada como un botín para una buena parte de quienes viven en ella o vienen a sus tierras. Lo fue para los españoles, como lo es ahora para quienes expolian el Arco Minero, fue el premio para los vencedores de España y lo es hoy para la cúpula vene-cubana gobernante. Otros venezolanos ven en el gobierno al proveedor de bienes y servicios gratuitos a la población. El rentismo petrolero durante el siglo pasado exacerbó este paternalismo y cuando CAP II intentó modificar las reglas y dejar atrás un gobierno proteccionista de empresas ineficientes y regalador, la población le dio la espalda y las élites político-económicas se confabularon exitosamente para defenestrarlo; su reemplazo no fue a su gusto porque el triunfo de Chávez instauró una dinámica destructora de las viejas fuerzas políticas y hacedora más pedigüeña a la población.

El oportunismo depredador y la dependencia paternalista insaciable son dos actitudes favorables a la cultura política del populismo autoritario. Es bueno no perder de vista que gran parte de los sectores sociales opositores no adversan al gobierno por negarles el ejercicio de su libertad individual para labrarse por sus manos un destino propio, sino porque dejó de resolvérselos por no darles más lo que es asumido como derecho inalienable a recibir sin pagar. Así el derecho al disfrute se hizo personal, la responsabilidad de hacer se delega en otros. En la arena política actual esto se traduce en un reclamo permanente a que “los otros” (dirigencia política, EEUU, Almagro y un largo etcétera) sean los responsables de la solución que otros esperan. Con mucha frecuencia esta delegación se torna en reclamo airado de por qué son tan ineficientes en lograr el cambio y es que todo atenido además de pasivo y resentido es exigente. Son otros quienes deben movilizarse por sus quejas, protestar y alzarse contra el gobierno, marchar a Miraflores y poner los muertos si es menester. Muchas veces hay quien pregunta por qué la gente no sale a la calle en lugar de comenzar diciendo por qué quien pregunta no lo hace. Una de las derivaciones más nefastas de esta estructura sicológica es la desconfianza hacia alter y una muy fuerte predisposición a suscribir la teoría de la alianza conspirativa de la dirigencia política opositora con el gobierno para perpetuar el drama que nos consume a todos.

Estos rasgos culturales son polvos de los barros que nos moldearon y trajeron hasta aquí. Hoy son funcionales para el mantenimiento del régimen y explican en buena parte por qué siendo esto peor que el pasado aún no hemos salido de él. En esta sicología el líder más que conducir debe salvar, ha de ser un redentor-vengador-proveedor. Frente a esto, el acierto de Guaidó ha sido no sostenerse sobre estos arquetipos, sino sobre su mejor entendimiento de la ciberpolítica, su convocatoria a la acción multitudinaria y a la deliberación ciudadana en vez de los cogollos, a la acción civil en oposición a la militarista, en generar nacionalmente el desenlace en lugar de desde afuera. El respaldo recibido a su convocatoria anima a quienes queremos además de un nuevo gobierno, ser una sociedad de ciudadanos reales, no un pueblo a quien ayuden. André Malraux puntualizó que la gente tiene los gobernantes que se les parecen, a lo que podemos añadir que como la relación gobierno (o líder)-sociedad es de dos vías, también los líderes tienen los seguidores que se merecen. Por esa razón abrigamos la esperanza de que ahora nuevos barros promuevan líderes y seguidores a imagen y semejanza de responsabilidades compartidas.

@signosysenales
Dh.asuaje@gmail.com
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