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El Cenotafio de Miranda

No hay ciudad de América que ostente gloria semejante que en tres decenios diera de su sangre y de su medio el trío que encabezaría la entrada de la América Hispana, también con Bolívar y Bello

  • ISAÍAS A. MÁRQUEZ DÍAZ

28/03/2019 05:00 am

En el Panteón Nacional se halla un monumento a la memoria del Generalísimo Sebastián Francisco de Miranda, precursor de nuestra Independencia, erigido allí desde 1/1895 por disposición del entonces presidente de la República, general Joaquín Crespo. Es un monumento renacentista, obra del escultor italiano Julio Roversi, donde una escultura del prócer con vestimenta militar de gala y la bandera nacional a su diestra, como creador de la misma, sobre un pedestal y un mausoleo simbólico, de motivos funerarios y puertas abiertas que abre un águila, símbolo de fuerza y poder, e inducción libertadora, a la espera de sus restos, desubicados por aquella época. No obstante, hoy día, sabemos que en La Carraca, donde fue su celda de reclusión y muerte natural, yace un arcón de madera en el cual según análisis por extracción de ADN reposan sus cenizas a cuya repatriación se han designado comisiones que nada han logrado a fin de traerlas al cenotafio que durante más de un siglo ha esperado por ellas y abrigarlas con los honores merecidos por los esfuerzos heroicos y trascendentales de un personaje, quizá víctima de mezquindades que, hipotéticamente, también abogaban por la independencia de Venezuela, pero le entregaron a las autoridades españolas tras detenerle en La Guaira la noche del 30/7/1812 tras la Capitulación de San Mateo y el fracaso de la Primera República, aunque impulsó la instalación de la Sociedad Patriótica en 1811. Y, desde el Congreso Constituyente sostuvo que se declarara la independencia definitiva, que materializó el 5/7/1811.

Por haber tomado parte activa durante la Revolución Francesa en París (único latinoamericano), donde alcanzó los grados de general de la República y mariscal, su nombre, MIRANDA, está inscrito en el Arco de Triunfo. También empatizó con algunos girondinos, tales como: Brissot y Villeneuve.

No hay ciudad de América que ostente gloria semejante que en tres decenios diera de su sangre y de su medio el trío que encabezaría la entrada de la América Hispana, también con Bolívar y Bello, en la historia universal.

Honroso que en el 269º aniversario de su natalicio, el gobierno nacional reinicie el proceso de repatriación de sus cenizas y colocarlas en el sitio destinado a ellas.

Isaimar@gmail.com
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