Al pasar por situaciones difíciles en general tomaremos dos posturas: 1. Nos colocamos en rol de víctimas, y así nos desanimaremos, tanto que podremos deprimirnos, o también comenzaremos un proceso de quejas y lamentos por nuestra aciaga situación, para luego irritarnos y despotricar de otros que juzgaremos únicos culpables de lo que nos pasa, con lo que de paso nos amargaremos; o 2. Reconocemos que en un mundo como el de hoy, donde privan el egoísmo, la hostilidad y el desdén hacia el dolor ajeno sobre el amor verdadero, la paz y la solidaridad, es usual que las situaciones injustas y adversas sean parte de la vida, y tendremos que tomar tiempo para pensar qué haremos frente a esa realidad. Si ansiamos hacer algo positivo al respecto, pediremos a Dios, con el corazón en la mano, que nos ayude a actuar en contrario a la corriente de este mundo, o sea a fomentar el amor verdadero, y seguir la paz a toda costa, para lo cual será indispensable no alimentar en nosotros el egoísmo, la hostilidad y la indiferencia. En todo esto será muy provechoso pedirle a Él que nos ayude a aprender a actuar como dice un proverbio indio: Al avaro se le vence con generosidad, al mentiroso con la verdad, al enojado con gentileza y al malo con bondad.