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Decidamos nosotros, no los de afuera

La mayoría de los venezolanos queremos salir de este gobierno, pero no es verdad que la forma de hacerlo sea promover la ruina del país.

  • CLAUDIO FERMÍN

19/03/2019 05:00 am

El centro de gravedad de la política nacional ha ido cambiando. 

Hace años eran relevantes las direcciones de los partidos políticos. Allí se abordaban los planteamientos de las regiones, los reclamos de sus dirigentes locales, las propuestas de sus concejales y los proyectos de sus fracciones parlamentarias. De esas deliberaciones salían decisiones, cursos de acción, y orientaciones para el país.

Con el tiempo, urgidos por circunstancias que reclamaban conductas unitarias contra el ventajismo y el autoritarismo, cada una de esas organizaciones fue dejando de lado su agenda, su compromiso con un cuerpo doctrinario y con sus adherentes, para adecuarse a lo que una alianza de partidos conviniera. Había que acordarse con otros partidos en temas comunes. Las voces de líderes locales y regionales fueron apagándose, la que retumbaba era la del dirigente que los representaba en la alianza y los comprometía con sus pareceres. Él, sólo él, sabía lo que pasaba. Él les informaba de lo que en la alianza se resolvía. Él era ahora el partido.

Contradictoriamente, la unidad creaba así espacios más reducidos de decisión y fortalecía pequeñas oligarquías partidistas. A la vez, el debate interno se volvía fofo. Lo solidario era esperar por la decisión de la alianza. Se llegó a considerar incorrecto el tomar iniciativas y se reclamaba públicamente a quien jugara “posición adelantada”. Los partidos morían poco a poco.

En momentos de campaña electoral el embudo era más pequeño porque ante el juicio del candidato toda idea era accesoria. El candidato se convertía en la brújula. Él lo era todo y quien disintiera un hereje.

La política es dinámica, dirán algunos, y Venezuela no sirve ya como centro de decisión. Ahora hay que estar pendientes de las declaraciones de Almagro, de las líneas que Marcos Rubio da a políticos venezolanos que le solicitan audiencia, de lo que los cancilleres del Grupo de Lima pontifican y de lo que Trump establezca como estrategia política.

El bloqueo económico no es la solución
Como Trump decidió que hay que asfixiar económicamente al gobierno para que Maduro se quede sin recursos y los problemas se le agraven, entonces a muchos dirigentes les parece bien que PDVSA haya perdido CITGO. Se le congelaron a PDVSA activos por 7.000 millones de dólares. El Banco de Inglaterra tiene el oro venezolano bloqueado. Portugal ha congelado 2.000 millones de dólares de Venezuela. Presionan a la India para que no compre petróleo venezolano. Eso le parece muy bien a cierta dirigencia.

Y van por más. Anuncian que viene otro nivel de presión. Están de plácemes porque Maduro se quedará de manos amarradas.

Este gobierno ha desmantelado el aparato productivo, ha acabado con los servicios públicos y ha perdido toda gobernabilidad. No tiene respuestas para las necesidades y problemas del país. Esa grave crisis creada en estos veinte años hay que resolverla. Para eso es el cambio. Pero otros creen que lo que debe hacerse es empeorar la crisis. Hay que trancar a Maduro por todos lados.

El problema está en que no es el gobierno, o sus capitostes, quienes se perjudican con estas sanciones. Es el país. No se podrá importar. Sancionarán, como han venido haciendo, a los que comercien con Venezuela. Los pocos sobrevivientes de la industria y el comercio terminarán de naufragar con ese bloqueo económico. Aumentarán las protestas contra el gobierno. Seguro. Pero también aumentará el hambre, el desempleo y el éxodo de nuestra población.

Dicen rechazar el diálogo porque “alarga el sufrimiento del pueblo”. ¿Y estas sanciones no traen dolor a nuestro pueblo? Protestan, con razón, la contracción económica que ha traído y traerá el devastador apagón, pero callan ante la destrucción económica que genera el bloqueo económico.

La mayoría de los venezolanos queremos salir de este gobierno, pero no es verdad que la forma de hacerlo sea promover la ruina del país. La mayoría de los venezolanos queremos cambio de gobierno, cambio de conducción, cambio de políticas públicas. Queremos la recuperación de Venezuela, no más conflictos, no más pobreza.

La salida no es empujar para agravar la crisis. Es resolverla. Por eso seguimos creyendo en que es posible, no sólo conveniente, una salida pacífica, democrática, consultando a los ciudadanos. Como el país no aguanta dos años más hasta un referendo revocatorio, hemos propuesto, conforme al artículo 71 de la Constitución, un referendo consultivo para que la ciudadanía apruebe de inmediato elecciones a todos los niveles, incluida la Presidencia. Es con la voz de cada venezolano, con la decisión de cada uno de nosotros, pacíficamente, que debemos cambiar. Lo otro, ese bloqueo, no será cambio sino hambre y caos.

No es esa estrategia, decidida por gente ajena, la que nos va a sacar de abajo. ¡Qué falta hacen las direcciones nacionales de los partidos!

claudioefm@gmail.com
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