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Dios no juega a los dados, Maduro sí

La pieza que falta es el sector militar que si bien no se ha definido por Guaidó, tampoco respalda irrestrictamente a Maduro

  • DANIEL ASUAJE

20/02/2019 05:00 am

La jugada ya está hecha, los dados fueron lanzados y los distintos jugadores tomaron posiciones: el gobierno desplegó sus efectivos en los puntos de entrada, realizó las maniobras de Angostura, pidió desesperadamente una conversación con Trump, un diálogo con los opositores, incorporó a la milicia como personal activo de las fuerzas armadas. Maduro realizó contactos directo con las guarniciones militares y Diosdado con las bases del PSUV, hicieron intentos (fallidos) de movilizaciones populares, y anunciaron que tienen trece mil franco tiradores. Por su parte la CI reconoció a Guaidó, brindó a Maduro oportunidades de salidas con decoro (los europeos promovieron una salida eleccionaria mientras USA y sus aliados se plantaron en darles una oportunidad de renuncia). Mientras tanto Guaidó en lugar de una confrontación total e inmediata optó por inclinar progresivamente a su favor la balanza arrinconando inexorablemente al gobierno en muy poco tiempo mediante la conquista de un capital político incuestionable por el respaldo masivo de la población venezolana, el apoyo firme de una constelación de países y por la conversión de la tragedia venezolana en un foco de atención y preocupación mundial diario, quedando Maduro en un enfrentamiento solitario contra el mundo.

Conjuntamente con sus movimientos pusieron en acción sus estrategias comunicacionales. Seleccionamos algunos que dicen relación con la guerra sicológica. Maduro se retrató en los ejercicios militares, Cabello sentenció con que “si entran no salen” y amenazaron con causar mucho daño antes de que los venzan, incluso morir por la patria (?!). Por su parte USA nombró a un halcón como coordinador de las acciones, desplazó al Estado Mayor a la frontera, notificó que un grupo comando está en Bogotá, el Mossad está en Brazil, declaran que informes de inteligencia descubren operaciones de Hezbolláh y grupos terroristas cubanos en el país y también vinculaciones del entorno presidencial con actividades de narcotráfico. Para cerrar afirman que acciones contra Guaidó, la AN, la población y la ayuda humanitaria recibirán respuesta inmediata.

A todas estas ¿qué ganan los jugadores si triunfan? Maduro gana retener el poder y escapar a tribunales nacionales e internacionales, conservar el usufructo del país y de sus bienes, mantener la sensación de contarse entre los protagonistas de la historia mundial, como es la fantasía de casi todos nuestros gobernantes. Trump gana un triunfo incuestionable con el cual ocultará el fiasco del muro mexicano, quita un incomodo actor en su patio trasero, pudiendo arrastrar a Cuba y Nicaragua (no es mal negocio ganar tres por el precio de uno), gana también el respaldo mayoritario del electorado latino en las venideras elecciones, prestigio mundial y gana un incuestionable poder negociador con el nuevo gobierno venezolano de cara a sus intereses particulares, así como la reactivación de un poderoso comprador de bienes y servicios. Guaidó gana su pase a la historia como el artífice de este cambio (aunque en honor a la justicia es el albacea de lo que todos los demás invirtieron), Almagro su reelección. Todos ellos testimonian que en política no hay nada gratis y que tampoco tiene por qué serlo.

La pieza que falta es el sector militar que si bien no se ha definido por Guaidó, tampoco respalda irrestrictamente a Maduro. En estas circunstancias Guaidó hace su jugada maestra: autoriza y solicita el ingreso de la ayuda humanitaria y convoca para ello al voluntariado nacional logrando movilizar más de seiscientos mil voluntarios en cuestión casi de horas, mientras el gobierno en un intento de recogida de firmas fracasa rotundamente. Con esta jugada Guaidó coloca a Maduro en el dilema del suicida: la de elegir el medio y circunstancia de finalización de su vida (política), y a los militares en el dilema de deshojar los últimos pétalos de la margarita y tomar partido entre impedir o permitir el ingreso y distribución de la ayuda humanitaria. La concentración en la frontera de más de medio millón de personas, la movilización poblacional nacional para su resguardo y los dispositivos militares de los gobiernos aliados contra Maduro tornan muy difícil una confrontación exitosa militar o paramilitar contra esta iniciativa.

Los resultados posibles ya no son que entre o no la ayuda, sino que entre y sea distribuida pacífica o violentamente. Guaidó se ha movido bien para que entre y sea pacífica pero estamos rozando los límites. En teoría de los juegos todos parecen participar en el juego de la gallina. Muchos esperamos el gobierno se retire de la jugada ante la evidencia del poder superior de sus adversarios lo que hace que un resultado distinto al anunciado por ellos sea francamente inimaginable. Pero la razón no siempre guía la acción y alguien podría darle una patada a la mesa buscando dañarla cuanto pueda, incluyendo el tablero y a los otros jugadores. Los venezolanos hemos vuelto a sonreír, pero ¡cuán largas se hacen estas horas!

@signosysenales
Dh.asuaje@gmail.com
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