Erasmo de Rotterdam
Lamentablemente lo “erasmista” nunca ha sido popular. La Venezuela polarizada de hoy es un claro ejemplo de ello. Con la misma tristeza de los ojos de Erasmo, vemos cómo satanizan a cualquier persona
En el Museo de Louvre de París, en la sala 809 del segundo piso del ala “Richelieu”, está el retrato más conocido de Erasmo de Rotterdam. Es una tela en la cual el sabio aparece de perfil escribiendo sus comentarios sobre el evangelio de San Marcos, elaborada en el año 1523 por Hans Holbein. Dicen que esa pintura se la regaló Erasmo a su amigo el inglés santo Tomás Moro, autor de la obra Utopía. Holbein pintó otras dos imágenes de Erasmo; una se encuentran en la National Gallery de Londres, y la otra casi idéntica a la del Louvre, pero con diferente fondo se puede ver en el museo de Basilea, ciudad donde murió Erasmo y en cuya catedral está enterrado. El pintor flamenco Quinten Massys y el español Alberto Durero también dibujaron la figura de Erasmo porque fue la “luz de un siglo”, el primer teórico de la Europa unida y del pacifismo. A los estudiantes universitarios el nombre de Erasmus les suena muy simpático, porque así se llama un programa que les permite instruirse con gran flexibilidad en cualquier país del espacio económico europeo.
Erasmo era un sacerdote agustino que vivió y sufrió la reforma protestante en Europa. Esa fue una de las más crueles explosiones de furor colectivo, nacional y religioso que conoció la historia. En ese momento o se era luterano, o se era papista. No había términos medios. Martín Lutero afirmaba que la traducción del Nuevo Testamento realizada por Erasmo le había ayudado a ver la verdad. Erasmo, quien era un hombre conciliador por naturaleza y vivía entre libros, odiaba el fanatismo. Si bien criticó inteligentemente el estilo de vida de los altos jerarcas de la iglesia y de la sociedad de ese entonces en su obra “El Elogio de la Locura”, detestaba la violencia. Erasmo era un reformador, no un revolucionario. Lutero con su estilo incendiario le lanzaba que “La cuestión no podrá quedar arreglada sin tumulto, escándalo y revueltas. De una espada no puedes hacer una pluma ni de una guerra una paz. La palabra de Dios es guerra, es escándalo, es ruina, es veneno”. Erasmo contestaba que “Los seres humanos deberían darse cuenta de que la guerra significa necesariamente injusticia, pues generalmente no daña a aquellos que la instigan y la dirigen sino a los inocentes, al pobre pueblo que no gana nada ni con la victoria ni con la derrota”. Lutero no perdonó a Erasmo su independencia de pensamiento. Erasmo quería reformar a la iglesia según las leyes de la razón, pero se impuso “el férreo puño aldeano del doctor Martín”, que destrozó el esfuerzo de Erasmo. La tragedia del pacifista es que Lutero lo maldice, y al mismo tiempo la iglesia “pone en el índice todos sus libros”. Su voluntad de mediar fue tomada por ambos bandos como cobardía. Las guerras de religión que se sucedieron produjeron millones de muertos en Europa durante casi 200 años. Erasmo murió solitario, pero independiente y libre.
Quizás la biografía más esclarecedora sobre Erasmo de Rotterdam la publicó en 1934 el austríaco Stefan Zweig. El autor perfila al sabio así: “Entre todos los escritores y creadores del occidente fue el primer europeo consciente, el primer combatiente amigo de la paz, el más elocuente defensor del ideal humanístico”.
Lamentablemente lo “erasmista” nunca ha sido popular. La Venezuela polarizada de hoy es un claro ejemplo de ello. Con la misma tristeza de los ojos de Erasmo, vemos cómo satanizan a cualquier persona que no tome una posición extrema por el gobierno o por la oposición. Hasta el Papa Francisco es blanco predilecto de los dardos del fanatismo. Hacen falta varios “Erasmos” en Venezuela, que se sacrifiquen por el bien de todos y ayuden a evitar más derramamientos de sangre.
alvaromont@gmail.com
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones