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20 años después; repaso necesario

Chávez pudo fisurar el avance logrado en democracia. Con consignas fulleras, persuadió al pueblo que bajo su mandato serian abolidas las brutales diferencias instituidas por el capitalismo

  • MIGUEL BAHACHILLE

11/02/2019 05:00 am

“Opinantes mayorcitos” con acceso (todavía) a algunos medios de comunicación son marcados con asiduidad como “aburridos” por referirse a cotidianidades que “todo el mundo conoce”. Sin embargo la delación diaria es necesaria para que los más jóvenes puedan equiparar lo que antes había con lo que “hoy hay” y descubran cómo la revolución les mutiló el derecho de elegir un futuro con libertad. Antes de 1999 el venezolano se sentía protegido por un precepto cívico instituido en varias generaciones.

Entre 1958 y 1998
Convertida en potencia petrolera, Venezuela suscitó un progreso sin precedentes. Se erigieron industrias, carreteras, represas, viviendas, centros educativos, universidades, hoteles, vías urbanas y suburbanas, caminos rurales, transporte subterráneo, etc. Por otra parte, creció la admirable afluencia extranjera y la arraigada desde principios del siglo XX. Hoy esos técnicos, pedagogos, agricultores, maestros de obra, migran frente un sistema descompuesto que persiste en devastar cualquier rasgo de progreso particular que socave “los principios de la revolución”. Se ha refinado el patrullaje marxista para atrapar cualquier desvío capitalista que intente socavar “la pobreza requerida por la revolución”.

Chávez lo logró
Chávez pudo fisurar el avance logrado en democracia. Con consignas fulleras, persuadió al pueblo que bajo su mandato serian abolidas las brutales diferencias instituidas por el capitalismo para hacernos igualitos a todos. ¡Lo logró! El 90% de los hogares venezolanos vive “igualito” en condición de pobreza (Encovi). Pero, no obstante haberse fracturado el habitual estatus de seguridad, la nación cuenta con suficientes reservas morales y profesionales para restituir el progreso perdido. Hay que esquivar pues a los pesimistas que persisten en afirmar que “esto se acabó; “que es irrepetible el influjo social que trajo progreso a lo largo de 40 años.

¡Menos democracia!: ¿Y qué?
En vez de solventar la crisis, el oficialismo se vale de ella para coartar los derechos ciudadanos. “El estatuto chavista” sanciona a personas a capricho; las encierra “bajo sospecha” sin derecho a al legítimo proceso con el propósito de sembrar la angustia colectiva. “No vale pues la convocatoria a cualquier sufragio oficialistas que no sea presidido por el actual CNE”. “La legitimidad exigida por el 90%” del país puede esperar”. Sin embargo sólo la alternancia democrática, hoy guiada por Guaidó, avalará la firmeza de la república para enmendar el costoso error histórico que significó elegir a Chávez y Maduro.

“Fábrica de pobres”
No hay voluntad política del madurismo para atender las crecientes penurias sobre todo del más pobre. Todo lo contrario. El entonces Ministro de Educación, hoy gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, declaró (El Universal, 25-02-2014): “no se debe llevar a los más necesitados hasta la clase media pues intentarán convertirse en escuálidos”. Acertó el señor Rodríguez. La dádiva limosnera del CLAP ha instituido una nueva ontología social. Hurguen en la basura para comer. ¡Sigan pobres!

“Los culpables”
No obstante la inocultable crisis, el régimen persiste en “dar vuelta a la realidad” e insistir con su patrón siniestro que empobrece a 30 millones de personas. “Los culpables son otros”. España que pretendió cambiar espejitos por nuestro oro. Trump y antes Obama esmerados por posesionarse de nuestro petróleo aunque el único ingreso en divisas hacia Venezuela proviene de la venta cash de 500.000 barriles diarios a Estados Unidos.

Ciertamente la democracia exige plena sumisión a la ley; pero ello no aplica en revolución”. Transcurridas dos décadas de este extático socialismo, ni un solo plan se ha instituido para atender los conflictos reales. El tiempo revolucionario “no es para eso; sí para vanagloriar un marxismo tropical que sigue arruinando el país”. La pasividad colectiva es “el único capital” que protege el régimen para que “todo siga igual”. ¿Lo consentiremos?

miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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