Espacio publicitario

El espíritu del 23 E

En la actualidad es indispensable la construcción genuina de un discurso y oferta política que sea lo más abierta e inclusiva posible, sensible al compromiso que cada cual pueda tener...

  • JESÚS M. CASAL H.

21/01/2019 05:00 am

Faltando pocos días para la conmemoración del 23 de enero de 1958 y para el protagonismo popular en la definición de la ruta de la recuperación democrática en el 2019, conviene aludir a algunos de los factores presentes en aquella gesta civil y militar, nacional en suma y de impronta republicana, de la transición a la Democracia tras la caída de la dictadura. 

Hora crucial
Si algo caracterizó el derrocamiento de la dictadura es que fue asumido como “una empresa nacional”, en palabras de Manuel Caballero. El espíritu del 23 de enero se forjó con base en la unidad entre fuerzas políticas y sociales que se empeñaron en construir la Democracia recién recuperada y en hacerla perdurable. La tregua política entre los partidos, bastante debilitados además cuando se precipitó el naufragio del régimen perezjimenista, fue una de las expresiones del repunte del alma nacional en esa hora crucial de la patria, signada por la determinación de dejar definitivamente atrás tanto la autocracia militar como los contubernios de sello castrense que la favorecieron. También se quería superar el sectarismo o unilateralismo político-partidista que distinguió el ensayo democrático del trienio. Los extremismos fueron atemperados por la conciencia de que esta vez no era posible equivocarse. No era el momento de las luchas habituales por el poder entre partidos y de los afanes personalistas por alcanzarlo, pues a esos intereses, también existentes, se superponía el reclamo popular e histórico de que Venezuela fuera capaz de enrumbarse sólidamente por la senda de la reinstitucionalización democrática, con elecciones libres, pluralidad de partidos políticos, alternabilidad y controles sobre el gobierno. Todo ello con unas fuerzas armadas claramente subordinadas a la autoridad civil y a la Constitución. 

Procesos de transición
Estos propósitos y las exigencias de la realidad, adecuadamente apreciadas, orientaron las acciones y decisiones políticas que fraguaron la transición. En conversaciones de actores políticos con la Junta Militar de Gobierno se acordó que se restablecería formalmente la Constitución de 1953, dictatorial y execrable, en lugar de la Carta democrática aunque polémica de 1947, a fin de no añadir un elemento de inseguridad jurídica y de controversia política en aquel arranque del gobierno que debía impulsar el proceso de regeneración democrática y gestación constitucional. No se convocaría una Asamblea Nacional Constituyente, como en abstracto podía parecer lógico, sino que la elaboración de la nueva Constitución se adelantaría en apariencia dentro de lo odres viejos del texto de 1953. Resoluciones típicas de procesos de transición, en los que junto a los ideales y la utopía que inspiran la ruptura y la lucha por levantar una institucionalidad acorde con ellos pesa mucho la consideración de las posibilidades efectivas de llevarlos a cabo. Algunas de esas decisiones fueron entonces objeto de fundadas discusiones y en una visión descontextualizada no necesariamente son modélicas, aunque pueden serlo de todos modos si se tiene en cuenta el significado que tiene en los procesos de transición la finalidad de consumar y consolidar el cambio político. 

Esencial la unidad
Las circunstancias actuales del país no son idénticas a las de 1958, aunque hay muchas semejanzas. El desconocimiento de la soberanía popular desató antes y ahora una crisis terminal. Además, hoy resulta igualmente esencial la unidad entre las fuerzas democráticas y entre las organizaciones sociales y las de carácter político para lograr la reinstitucionalización republicana. Es clave también la apreciación de la realidad y la identificación de los factores de poder que pueden acompañar la tarea de recuperación democrática. En la actualidad es indispensable, por otro lado, la construcción genuina de un discurso y oferta política que sea lo más abierta e inclusiva posible, sensible al compromiso que cada cual pueda tener, desde sus propias preferencias y pasadas vinculaciones, con la salvación nacional, en medio del hundimiento de las condiciones de vida y de la devastación del Estado de Derecho que se padece a gran escala. La comunidad en los objetivos ha de imponerse en aras del diseño compartido de una alternativa a la agonía colectiva. Con justicia rigurosa y también con verdad y reconciliación. Hoy tampoco hay lugar para errores derivados del personalismo o del empeño en merecer los laureles de la victoria, la misma que no llegará si prevalecen estos desvelos. Las señales de unidad renovada que se observan son esperanzadoras. El 23 de enero es ya una gran fecha de la historia nacional y puede volver a serlo. Resultaría promisorio que esta nueva gesta por la Democracia estuviere guiada por un espíritu similar al de aquella, con los desafíos propios del contexto.

jeusmariacasal@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario