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La gran estafa

Los llamados post estructuralistas estimulan conflictos entre los sexos, las etnias, las culturas, que rompen la cohesión social y crean enfrentamientos

  • CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ

20/01/2019 05:00 am

La revolución venezolana es antiintelectualista, a diferencia de otras que fueron dirigidas por intelectuales; y además antiacadémica, enemiga del conocimiento cualificado. La degradación de las universidades tradicionales corresponde a un diseño político originalmente del Galáctico. Como no podía hegemonizarlas ya que profesores y estudiantes cerraron candados ante la intrusión, forjó una red de subuniversidades que redujeron al mínimo la competencia profesional de los egresados. 

Ahorcadas financieramente, con salarios ridículos, desde hace años ni las bibliotecas, ni los profesores y mucho menos los estudiantes pueden adquirir libros, y no están en condiciones ni siquiera de apelar a las fotocopias. Pero en la abundancia del mundo desarrollado, la educación superior está afectada por otros virus izquierdizantes igualmente destructivos, como denuncia la profesora Camille Paglia a través del blog Un tío blanco hetero.

Dice que “nadie puede sobrevivir en el sistema académico norteamericano” si no rinde postración reverencial a pensadores revolucionarios “sobrevaluados” como Gilles Deleuze, Jacques Derrida, Jean Baudrillard, Julia Kristeva. Ellos dividen la sociedad entre oprimidos y opresores, con la jerga de interseccionalidad, white privilege, masculinidad tóxica, apropiación cultural, micromachismo, heteropatriarcado y otras. Ya no basta con la tradicional lucha de clases marxista, sino que los llamados postestructuralistas estimulan conflictos entre los sexos, las etnias, las culturas, que rompen la cohesión social y crean enfrentamientos. 

La gravedad está en tu mente
Hay un precedente de esta denuncia, tan memorable que hizo historia por haber quitado la careta del sistema universitario. En 1996. Alan Sokal profesor de física de la Universidad de New York, otrora militante sandinista, envía un artículo para la respetadísima revista teórica Social text, con el nombre de La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad quántica. Según la teoría de género, el sexo no es biológico sino un aprendizaje, un constructo social, una convención que no corresponde a la realidad. Se es masculino o femenino solo porque la sociedad lo concibe y lo enseña así, no por factores biológicos. 

Igual se puede enseñar a los varones a ser hembras o viceversa y todo cambiaría. Sokal en su sátira, homologa la fuerza de gravedad con la identidad de sexo y dice que también es un constructo social que existe porque la gente lo cree. Sokal programa para que el mismo día de la publicación del mamotreto, aparezca en otra revista, Lingua franca, una declaración también suya en la que afirma que escribió ese adefesio, ese “pastiche de jerga posmoderna, reseñas aduladores, citas grandilocuentes fuera de contexto y estúpidas” (Wikipedia), simplemente para demostrar la degeneración académica que acepta lo que sea si viene en lenguaje “de género” a la moda. 

En síntesis, el artículo aprobado por los sabios que dirigían la publicación, sugiere que si no fuera por el prejuicio social de la fuerza de gravedad, uno podría tranquilamente volar desde las azoteas pues aquella existe solo en nuestras mentes. Por esas fechas casualmente, se estrenó Matrix que de alguna manera contiene un mensaje parecido. Recientemente en 2017 un equipo de tres profesores también norteamericanos, enviaron y publicaron burlas similares en algunas de las más importantes revistas científicas que se ocupan de activismo y problemas sociales, culturales, raciales, sexualidad.

Astronomía machista
Jamie Lindsay Ph.D., Peter Borghossian M.Sc., Helen Pulckrose M.Sc. enviaron para arbitraje y publicación veinte trabajos de los cuales catorce fueron aceptados. Uno de ellos fue el falso paper científico titulado Amontonamiento progresivo. Una aproximación feminista interseccional a la pedagogía. En él proponen que para desagraviar a los estudiantes de color por los privilegios de que disfrutan los blancos, se practique en las aulas el siguiente ejercicio: los muchachos blancos oirían la clase sentados en el suelo y atados con ligeras cadenas para simbolizar los sufrimientos de los negros durante la esclavitud. 

Semejante monstruosidad no solo fue aprobada por los árbitros de la publicación, sino además consideraron que debían ser más severos con los estudiantes blancos para deconstruir sus privilegios. Otro de los “ensayos científicos” consistió en que tomaron un capítulo de Mi lucha de Adolf Hitler y en todo el texto sustituyeron donde decía judío por blanco y eso bastó para que lo aprobara el comité de evaluación de la revista Affilia sin saber lo que era. 

En una explicación de su travesura, los autores explican cómo montaron las trampas: “…a veces pensábamos en una idea loca y la ejecutábamos… Qué pasa si escribimos un artículo para afirmar que cuando un hombre se masturba pensando en una mujer, es una acción machista signada por la cultura de la violación, porque no tiene consentimiento para ello. De allí salió el trabajo Masturbación… (también decidimos) escribir un ensayo sobre astronomía feminista y queer… porque la astronomía dominante es intrínsecamente sexista… La inteligencia artificial es machista y un peligro para las mujeres porque la fabrican hombres”. 

@CarlosRaulHer
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