Si algo es cierto este enero 2019, es que el panorama nacional está cambiando y aunque la debacle continúa, la transición hacia un país mejor comenzó. El final de la revolución y los revolucionarios Castro-comunistas que por 20 años arruinaron y tiranizaron el país es ineludible. En el ocaso del decadente y corrupto “socialismo del siglo XXI”, Venezuela transita ya el camino de regreso a la libertad y democracia. Nunca más los venezolanos nos dejaremos arrebatar nuestros derechos, ser sujetos de dominación extranjera como la de Cuba, ni cívico-militar ninguna, menos soportar políticas perversas de escasez, hambre y miseria.

Iniciada pues la transición hacia un país mejor, la agricultura que es la solución definitiva al hambre, debe recibir el impulso más decidido del nuevo gobierno de transición y del que resulte electo una vez se realice la primera elección libre en años. Comenzando por unificar la gestión oficial agrícola y alimentaria en un solo y nuevo ministerio enteramente profesional, deslastrado de la inútil carga burocrática que el clientelismo llenó. Para ello se espera un agroministro competente capaz de liderar el desarrollo agrícola nacional para que el sector productor pueda aumentar sustentablemente la producción y oferta interna hasta no menos de 70% en la década del 2020.

En ese objetivo es de tener presente lo que dice el Banco Mundial en su reciente informe “Las perspectivas de la economía mundial para 2019” señalando éstas son poco auspiciosas. Que el comercio y las inversiones internacionales se han atenuado, y las tensiones comerciales siguen siendo elevadas. Que para proteger a las poblaciones vulnerables de las escaladas de los precios de los alimentos probablemente sea necesario dejar de hacer hincapié en las políticas comerciales. Y en relación a los social, “que mitigar eficazmente el impacto del aumento de los precios de los alimentos, es preciso mejorar las redes de protección social, como las transferencias de efectivo y de alimentos, la alimentación escolar y los programas de obras públicas, en lugar de imponer prohibiciones a la exportación o reducir los derechos de importación.” Ciertamente resolver la crisis de alimentos requiere del auxilio social focalizado, desarrollando la agricultura, sin restringir la agroexportación ni reducir los aranceles.

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