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Ecumenismo

Estamos en un mundo policéntrico, sólo que el poder no pertenece exclusivamente a los Estados sino que está repartido entre una pluralidad de actores transnacionales

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

09/01/2019 05:00 am

Si uno lee a los pensadores actuales encuentra cada vez más la palabra ecumenismo, antiguamente usada para indicar la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas, pero si vamos a su origen griego podemos detectar que más bien se refiere al espacio apto para la vida humana. 

Ecúmeno, con todas las implicaciones de respeto, amplitud y garantías que implica, debe ser el nuevo espacio humano. Ya no podemos hablar de culturas como segmentos colocados unos al lado de los otros. Ahora constituyen un tejido, como una red. Debemos enfocarnos en el nacimiento de un nuevo pluralismo: variedad y experimentación cultural, tolerancia y desarrollo, la consideración de la heterogeneidad cultural como recurso para el futuro social, fomento del dinamismo transformador de la cultura. 

El aislamiento en “enclaves del olvido” no conduce a ninguna parte. Si a ver bien vamos el objetivo del desarrollo es la cultura, como condición indispensable al desarrollo es la cultura, culebra que se muerde la cola. Sabemos perfectamente que de la pobreza podemos salir. Por lo demás, veamos esta aparente paradoja: sin multiplicidad el capitalismo no puede sobrevivir, pues perdería la capacidad de innovar y, con ella, la de competir. 

Ya estamos en un mundo policéntrico, solo que el poder no pertenece exclusivamente a los Estados sino que está repartido entre una pluralidad de actores transnacionales. Es lo que se ha denominado el mundo de la subpolítica transnacional. 

Es falso que el capital tenga todo el poder, como es obvio que los Estados nacionales perdieron tal control. Así, otro concepto en desuso es el de soberanía, puesto que los Estados están limitados hasta en su quehacer interno. No puede haber soberanía en una pluralidad inmanente. 

Las culturas globales, porque varias son, no están en ningún lugar ni en ningún tiempo, están en el espacio, mientras las sociedades pobres siguen en el tiempo, lo que nos permitiría recurrir a la imagen de Estados Unidos poniendo sonda en alejados asteroides y China en la cara oculta de la Luna, mientras las nuestras se deslíen en barrabasadas, en mediciones extemporáneas de un tiempo inexistente, en retornos. Alguna vieja cultura tiene mitología, las nuestras deberían tener ecumenismo. 

teodulolopezm@outlook.com
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