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El mapa mental chavista

Con el chavismo el estado proveedor y el pueblo receptor que solo tiene que pedir y esperar a que le den llegó a niveles de paroxismo.

  • DANIEL ASUAJE

02/01/2019 05:00 am

Si cualquiera se toma la molestia de preguntarle a un venezolano elegido al azar de dónde son sus progenitores con certeza dirá de dónde son sus padres pero a partir de los abuelos hacia atrás el asunto se vuelve nebuloso. Casi ocho de cada diez no saben de donde son sus bisabuelos. Somos un conglomerado sin memoria de origen.

Esta desconexión con nuestro pasado, tradiciones e historia es consecuencia directa de nuestra carencia de una sociedad monumental. Las obras arquitectónicas han sido el modo preferido por quienes han deseado no ser olvidados después de muertos. Nuestros antepasados aborígenes no crearon una sociedad rica en huellas arquitectónicas y sus tradiciones se perdieron al fusionarse con los blancos y negros. Tampoco nuestra sociedad colonial destacó por obras civiles y lo poco de arquitectura colonial que tuvimos el afán modernista demolió estas huellas de nuestro pasado ¿dónde nació nuestro primer presidente, qué plaza, calle lleva su nombre? Pero sin ir más lejos del siglo XX ¿Quiénes fueron Convit, Fernández Morán, Pérez Alfonzo, Gumersindo Torres? ¿Quiénes construyeron esa maravilla de la ingeniería civil que es la autopista Caracas-La Guaira o el puente sobre el Lago de Maracaibo? ¿Quién fue Villanueva? ¿Cuál es la obra de Cruz Diez o Soto? ¿Quién fue el Dr. Gabaldón, a quien sin duda la mayoría de los venezolanos contemporáneos directa o indirectamente le deban la vida? ¿A quién se le ocurrió buscar agua en el Valle de Quibor? ¿Quién fue Sucre Figarella? ¿Por qué nuestro teatro más importante se llama Teresa Carreño? ¿Qué tuvo Edith Piaf que no tuvo nuestra Morella Muñoz?

El efecto de no reconocer a quienes hicieron este país es que se asume que no se le debe nada a nadie, que sobre lo que existe tenemos derecho de uso sin obligaciones de preservación, que solo existió Bolívar y uno que otro prócer y que de lo único que debemos tener memoria es de batallas. Sin sensación de origen no hay obligación con legado alguno porque el legado no existe en la mente de sus beneficiarios.

Además de carecer de memoria de origen hay elementos culturales importantes y es el trabajo. El conquistador vio su relación con estas tierras como aventura en busca de riquezas minerales, no para fundar una sociedad sobre el esfuerzo generador de valor. Los mantuanos lo concibieron como una condición propia de las clases inferiores, para la mayoría indígena recolectora o cazadora la visión no era de creación sino de aprovechar lo que la naturaleza ya ofrecía y para el negro sin duda el trabajo era una maldición. El conquistador minero por fuerza se hizo colono ganadero o agricultor con mano indígena o esclava, y durante el siglo pasado sus descendientes estaban sujetos a las contingencias de las luchas civiles. El saqueo de la riqueza mineral fue sustituido por el botín de guerra. La actividad militar y la política se convirtieron para muchos en la posibilidad de ascenso social y de riqueza por apropiación de tierras o de fondos públicos. Para los humildes cobijarse bajo la sombra de alguien poderoso proveedor y protector era la clave para vivir.

No fue sino hasta el siglo XX cuando la agricultura, la industria y el comercio florecieron y ciertamente muchos hicieron del trabajo el modo de construcción de sus metas y de alcanzar por mérito propio el destino que se habían prometido, pero el grueso del empleo formal siempre estuvo en la administración pública y para muchos empleados el objetivo era conseguir no un trabajo sino un cargo bajo la sombra del papá estado quien nos enseñó que éramos un país rico y que no teníamos que crear la riqueza, que ya existía, sino repartirla.

Con el chavismo el estado proveedor y el pueblo receptor que solo tiene que pedir y esperar a que le den llegó a niveles de paroxismo. Convirtieron en dar la razón del estado siendo su obligación destinar (teóricamente) todo el ingreso público al gasto social siendo despreciable la asignación a inversión o reinversión en infraestructura, servicios o a las actividades productivas y el crecimiento del conocimiento y si el estado carecía de fondos era permisible saquear a quien si tenía.

Revertir este estado mental no va a ser fácil. Un nuevo gobierno va a enfrentar a una población que no entenderá cómo es que hay crédito para los empresarios en lugar de darles ese dinero a ellos sin trabajar, no creerán que el país ya no es rico que la regaladera se acabó. Por ello es interesante saber si quienes están trabajando en el modelo de un nuevo país están abordando el nuevo mapa mental que se requiere para alcanzarlo. No considerarlo le costó a CAP que tanto pobres como empresarios pedigüeños quisieran su cabeza. Pasar del paternalismo y populismo a una visión de vida donde tener un país no es regalo de la naturaleza, es fruto del trabajo, donde la necesidad no sea credencial para despojar a quien tiene o exigir que le resuelvan gratuitamente la vida no es una accidente, debe ser una política de estado y una práctica de la sociedad trabajadora.

@signosysenales
Dh.asuaje@gmail.com
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