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La exclusión del otro

El hombre puede tornar a “envolverse” en protección en la era globalizada, lejos del feroz individualismo que en el tiempo presente parece ser el único caparazón que le resulta reconfortante

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

19/12/2018 05:00 am

Estamos frente a lo que podría denominarse “el fin de la geografía”, lo que permite, al fin y al cabo, un escape a la censura o a las exclusiones de comunicación. Es complejo estudiar la cultura en el nuevo contexto. Ciertamente nacionalismos y fundamentalismos son un regreso. Estudiar, en general, el acontecimiento requiere de un pensamiento complejo, por encima de los berrinches histéricos de los manifestantes. 

La apertura china demuestra como el capitalismo se hace compatible con viejas tradiciones de todo signo. Cierto es que el dinero se ha impuesto a la política, porque opera más rápidamente, es un medio abstracto homogeneizante que atraviesa espacio y cultura a gran velocidad. Hay maneras de defenderse para construir un modelo humano de configuración del nuevo orden mundial. La política debe servir para esto, para buscar nuevas redes de sentido, para diseñar un proyecto civilizatorio democrático. Como vemos, alzarse cual Júpiter tonante frente a la globalización es una estupidez. Empeñémonos en darle la alineación correcta. 

Ciertamente ya nos estamos descobijando de la vieja “patria”. Es lo que Sloterdjik (Esferas) llama el tambaleo de “la construcción inmunológica de la identidad político-étnica” y el juego de las dos posiciones, la de un sí-mismo sin espacio y la de un espacio sin sí-mismo y la búsqueda de un modus vivendi entre los dos polos que implicará, seguramente, la creación de “comunidades imaginarias” sin lo nacional y la participación, también imaginaria, en otras culturas. 

El hombre puede tornar a “envolverse” en protección en la era globalizada, lejos del feroz individualismo que en el tiempo presente parece ser el único caparazón que le resulta reconfortante. Especial cuidado hay que poner en los efectos políticos, puesto que ya el colectivo no representa nada para el individualista. La aparición de la insolidaridad en el comportamiento político, para aislarse en una falsa posesión de una supuesta supremacía tanto política como ética, es la causa clave del alejamiento de las respuestas eficaces. Hay que crear nuevas formas de tejido social-político que impidan a un hombre que ha hecho de su piel el nuevo resguardo un agente potencial del totalitarismo o un desconcertado. 

teodulolopezm@outlook.com
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