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Sube la temperatura en EEUU

De aquí en adelante se pone a prueba la habilidad de Trump para negociar, para ceder, para demostrar que ya no es el jefe de una corporación, sino la cabeza de un gobierno democrático

  • DAVID UZCÁTEGUI

14/12/2018 05:00 am

Tras las muy seguidas elecciones de medio término en Estados Unidos, se comienza a ver en hechos cómo puede llegar a funcionar la nueva configuración de poder. De entrada, el presidente Donald Trump no parece muy inclinado a negociar respecto a lo que considera puntos de honor para su mandato. 

Trump estuvo al frente de una muy polémica discusión, esta vez en la Casa Blanca. Concretamente en el solemne despacho oval, donde recibió a los líderes demócratas del Congreso para debatir sobre el espinoso tema de los presupuestos. 

No estaba pautado, pero en el último instante Trump pidió que las cámaras de televisión entraran a la reunión, y así lograron plasmar el tenso enfrentamiento entre el Presidente, el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, y la principal demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. 

Lo que pudieron ver los estadounidenses -y el mundo entero- fue un debate entre las dos fuerzas políticas que llevan las riendas de su nación. Los representantes opositores del Legislativo entraron hasta la oficina presidencial, y ante las cámaras expusieron sus opuestos puntos de vista, para que el ciudadano se haga un juicio sobre sus representantes gubernamentales. 

La cita concluyó con la amenaza presidencial de cerrar el gobierno (“shut down”) si los legisladores no proveen los fondos adecuados para su prometido muro a lo largo de la frontera con México, y lo declaran como una respuesta a “una emergencia nacional”. Se trata del mismo muro que, según prometió en campaña presidencial, iban a pagar sus vecinos mexicanos. 

“Me enorgullece cerrar al gobierno por la seguridad de la frontera”, dijo Trump, y luego agregó dos veces: “Lo asumiré”. “No deberíamos cerrar el gobierno por una disputa, y usted quiere cerrarlo”, respondió por su parte Schumer, líder de la minoría demócrata de la Cámara Alta. “El cierre de Trump es algo que se puede evitar”, dijo Pelosi. 

Para Schumer, el Presidente dejó en claro que quiere un cierre, y advirtió que si Trump persiste en su demanda de 5 mil millones de dólares para el muro fronterizo, logrará un cierre y no un muro. 

Sin embargo, hay quienes ven esa intensa discusión como un sano ejercicio democrático. 

El intercambio en la Casa Blanca, en realidad, fue un diálogo constructivo para la democracia, según algunos observadores. 

Seguimos viendo que el estilo muy propio de gobernar que tiene el presidente Trump, no parece mostrar signos de modificarse, al menos en lo inmediato. Tiempo atrás comentábamos que se trata de un hombre de empresa, un magnate y un líder que está acostumbrado a ordenar y a que se le obedezca. 

Aunque parezca contradictorio, este perfil no se corresponde del todo con el que debería tener el hombre al frente de la democracia más poderosa del mundo occidental. Y es que el ecosistema político estadounidense es sumamente complejo, y ha basado la viabilidad de su sistema como nación -que ya se aproxima a los 250 años de existencia- en lo que ellos mismos llaman el “sistema de balances y contrapesos”. 

Esto quiere decir que, partiendo de que el gobierno se divide en las tradicionales tres ramas del poder: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, los funcionarios se fiscalizan unos a otros y garantizan el atajar cualquier exceso a tiempo, antes de que ocasione daños irreparables a la nación. 

Donald Trump fue un fenómeno electoral, y como suele suceder, a su elección lo acompañó un respaldo en el Poder Legislativo bicameral estadounidense. Tanto el Senado como la Cámara de Representantes -también conocida como “La Casa” o “The House”- quedaron en manos de su partido, el Republicano. 

No es extraño que esto haya sucedido, si agregamos que se venía de dos períodos, un total de ocho años, de gobiernos demócratas. La opción azul venía sobrecargada del desgaste de esa larga jornada. 

Sin embargo, no se debe olvidar que, en el voto popular, las elecciones presidenciales de 2016 fueron ganadas por Hillary Clinton y que la victoria final de Trump fue gracias a los colegios electorales. 

Ahora, la correlación de fuerzas ha cambiado y si bien los republicanos mantienen el control de la Cámara Alta, la Baja ha pasado a manos de los demócratas. Para decirlo en buen criollo, es una piedrita en el zapato. 

Los líderes demócratas le han ofrecido al Presidente 1.3 mil millones de dólares para su proyecto en la frontera. Como también habíamos dicho, de aquí en adelante se pone a prueba la habilidad de Trump para negociar, para ceder, para demostrar que ya no es el jefe de una corporación, sino la cabeza de un gobierno democrático, que debe llegar a entendimientos y consensos saludables, más allá de esos engañosos términos de mayorías y minorías. ¿Se podrá llegar a un acuerdo? El mundo entero sigue con interés estos acontecimientos. 

duzcategui06@gmail.com
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