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El Bloqueo

En el Lago de Maracaibo el SMS Panther, cañonero alemán, disparó contra la fortaleza de San Carlos de la Barra. El intercambio de plomo se extendió durante días cuando la nave encalló en un bajo...

  • JIMENO JOSÉ HERNÁNDEZ DROULERS

13/12/2018 05:00 am

El día 9 de diciembre de 1902 amaneció frente a las costas de La Guaria una flota de quince barcos de guerra liderada por dos inmensos acorazados, en unos ondulaba la bandera británica y en los otros la alemana. La escuadra se presentó en territorio venezolano con el propósito de cobrar, por vía forzosa, las deudas contraídas por los gobiernos de los generales Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo. Esas que el General Castro se negaba a pagar.

Fue el Almirante Inglés Archibald Douglas, Jefe de la flota aliada europea, quién dio orden de ataque en horas de la madrugada de aquel día con el propósito de neutralizar el grueso de la flota de guerra venezolana, que no era más que una diminuta armada conformada por seis antiguos cargueros adornados con laminas metálicas y cañoncitos para disfrazarlos de buques de guerra. Ni los marineros ni las autoridades del puerto fueron capaces de reaccionar ante tan sorpresiva y relampagueante acción. En menos de un par de horas el “Margarita” fue abordado y le rompieron las máquinas; al “Totumo” y el “General Crespo” los echaron a pique con descargas de los poderosos cañones; tanto el “Zamora” como el “Zumbador” secuestrados como botín de guerra y el “23 de mayo” se hundió solito por impericia de su tripulación.

Tropas de infantería pertenecientes a las fuerzas invasoras desembarcaron en los muelles bajo el pretexto de velar por la integridad física de los Cónsules de Alemania e Inglaterra. A medianoche enviaron comitivas en búsqueda de sus representantes diplomáticos para resguardarlos a bordo y ponerlos a salvo de una eventual represalia del gobierno venezolano.

Mientras tanto, al despacho de telégrafos de la Casa Amarilla no paraban de llegar mensajes, todos de diferentes regiones del país. Reportaban avistamientos de embarcaciones blandiendo pabellones europeos en distintos puntos de la costa como el islote de la Barra en el Lago de Maracaibo, Puerto Cabello, Guanta y el Delta del Orinoco.

Cuatro días después del ataque a La Guaira, el 13 de diciembre, el SMS Vineta, un crucero blindado alemán bajo el mando del comodoro Scheder, bombardeó el Castillo de San Felipe en Puerto Cabello y el Fortín Solano. Ambos fueron tomados por los alemanes y de estos recintos sustrajeron viejas campanas y cañones de bronce para empezar a saldar la deuda por cobrar.

En el Lago de Maracaibo el SMS Panther, cañonero alemán, disparó contra la fortaleza de San Carlos de la Barra. El intercambio de plomo se extendió durante días cuando la nave encalló en un bajo y tuvo que esperar ser auxiliada por el SMS Vineta.

En Guanta el Capitán del crucero SMS Gazelle, Tito Türk, abordó el antiguo cañonero venezolano “Restaurador” en el puerto, arrestó la tripulación y puso la embarcación a la orden de la Marina Imperial Alemana. Por las costas de Oriente, entre la isla de Trinidad, la península de Paria y el Delta, patrullaba el SMS Falke con la misión de interceptar las goletas de cabotaje que tenían como destino Margarita y las Antillas del Caribe.

La reacción del menudo, calvo e iracundo dictador andino no se hizo esperar y su alocución dirigida a la ciudadanía venezolana circuló la misma tarde del 9 de diciembre. En ésta hizo un llamamiento a la conciencia nacional y calificó la acción de los Imperios Europeos contra la indefensa marina venezolana como un hecho “violento, bárbaro, insólito y sin posible justificación”.

La frase inicial de su célebre discurso: -La planta insolente del Extranjero ha profanado el suelo sagrado de la Patria- pasó a convertirse en el hecho que finalmente consolidó al General Cipriano Castro como único dueño de la política venezolana, terminando de afianzarlo en el poder.

Los ataques a distintos puertos venezolanos y comunicados oficiales de los gobiernos europeos generaron una reacción nacional realmente inesperada. Sobretodo para el desprecio cosechado por el “Cabito” de Capacho y las huestes andinas durante los últimos años, así como el periodo de inestabilidad vivido en el país después de la muerte de Crespo, la caída de Andrade, el ascenso al poder y conjuras en contra de su gobierno.

En La Guaira y Puerto Cabello, ciudades ocupadas, ancianas y señoritas cosieron trapos de ropa vieja con colores de las banderas de diferentes imperios y reinos del viejo continente. Los paños fueron quemados en protestas públicas frente a los ojos de las tropas invasoras. Curas, doctores y militares pronunciaron pomposos discursos a favor del gobierno, desde las cárceles comenzaron a llegar al despacho presidencial cartas firmadas por los presos políticos en las que solicitaban la libertad para unirse a las filas de la resistencia nacional.

Cipriano Castro no titubeó en aprovechar la oportunidad que se le presentó y supo explotarla a su favor, aunque finalmente no le quedó otra que estructurar un plan de pago para bajarse de la mula con los Imperios.

Jimenojose.hernandezd@gmail.com
@jjmhd
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