La regencia chavista insistida en atacar la actividad comercial e industrial por ser entes especulativos que benefician sólo a un sector de la sociedad en detrimento de la mayoría, es uno de los manejos más perniciosos del extraño neoizquierdismo-nacionalista inventado por Chávez y afincado por Maduro. Mientras aquél descubría “la integridad moral y patriótica de socialismo”, Rusia y China viraban hacia el capitalismo. En China el 90% de la producción industrial y comercial está bajo gestión de manos privadas.
¿Es el comercio un invento capitalista?
La intensa actividad comercial llevada a cabo por los fenicios hasta el esplendor de las mercaderías exhibidas en el Puerto de Alejandría (Egipto), llevaba implícita una asombrosa movilidad social incitando la inversión de diversos sectores “capitalistas” en los marketing comerciales y artesanales de la época. A partir del siglo XVI el comercio formal adquiría relevancia internacional. Luego de varios siglos, o milenios, el chavismo descubre el daño social que causa el perverso mercantilismo. Ignora que la actividad comercial posibilitó el aumento del poder en países que lo practican y, a nivel científico, el desarrollo de disímiles teorías económicas.
¿Y en Venezuela?
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, Venezuela acongojada por la indigencia y destruida por las guerras federales, surge el comercio como una de las actividades más dinamizadoras por el número de empleos que genera. Ante el precario escenario comercial del país, emergió una red de mayoristas que se ubica principalmente en Caracas, Maracaibo, San Cristóbal y parte del centro del país. Éstos abastecían de mercaderías a pequeños minoristas, boticas, licorerías, ferreterías, quincallerías, bodegas, talabarterías y otros. Desde entonces el comercio ha sido el principal propulsor del empleo. ¡Pero el socialismo descubre hoy que el comercio libre es una actividad ideológicamente inadmisible!
¡El comercio: craso enemigo!
La tradicional, y también moderna, actividad comercial ha sido víctima de un malsano tratamiento gubernamental que incita al odio. Mientras los politiqueros persisten con su posición parroquial de controlar todo, los países desarrollados, nada menos que Rusia y China entre muchos, se esmeran por estimular la creación de industrias y centros comerciales particulares; incluso exonerándoles buena parte de los tributos locales y estatales.
Las autoridades de esos países están conscientes que cada producto exhibido en una vidriera trae consigo la movilización de un gigantesco circuito de actividades conexas que van desde el área de investigación, impulso industrial, laboratorios, maquinarias, energía, transporte, desarrollo estructural y vial, mercadeo inmobiliario, mano de obra, radio y televisión, ornamento urbano y, sobre todo recaudación de impuestos. De hecho muchas islas turísticas del Caribe viven de su actividad comercial.
La debacle
La crisis económica del país, inducida por una presumida ideología justiciera, ha inducido una forzosa disminución del consumo y por ende el cierre y quiebra masiva de comercios e industrias tradicionales. Surgen así los signos del atraso. La buhonería descontrolada, venta de alimentos sin control higiénico, especulación con mercaderías por los llamados bachaqueros, entre otras acciones enviciadas, configuran una suerte de “nueva cultura” caracterizada por necesidad, hambre y anarquía.
China
¡No!, China no es, tampoco Rusia, el entrañable amigo de Venezuela unido por una ideología. En el mandato del “venerado Mao” murieron 70 millones de personas por hambre. En Rusia otro tanto por “nortes similares”. Hoy, China, inmersa en el más profundo capitalismo, vino a reclamar “su pago”. El enviado a Venezuela ilustró a los histriones del régimen madurista cómo producir bienestar al grueso de la población estimulando el comercio libre y la actividad privada. ¡No con Carnets de la Patria ni con CLAPS! ¿Amigos?
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones