André Maurois, excelente escritor francés que ya había elaborado las biografías de Benjamín Disraeli y Shelley, otros dos grandes hombres británicos, reivindicó la vida de Lord Byron para el mundo. Nos lo dibujó como lo que realmente era; un genio de las letras conducido por su excesiva sensibilidad. Al salir de la imprenta su “Don Juan, la vida de Lord Byron” el público la acogió con entusiasmo y se convirtió rápidamente en un éxito editorial. El periódico inglés “Yorkshire Post” comento que el libro “era, sin ningún género de duda, la mejor vida sobre Byron que se había escrito y probablemente que se escribirá jamás, tanto por el encanto de su estilo como por la seguridad de sus informaciones”. 

A los 10 años, cuando muere su tío abuelo, George Noel se convierte en el decimosexto Lord Byron y recibió una considerable herencia. Se mudó a Londres con su madre, y recibió la mejor educación que un joven noble podía recibir en Inglaterra de esa época. La sensibilidad poética del niño, mezclada con su gusto por el conflicto, se desarrollaría a plenitud en el colegio. Declamaba como ninguno de sus compañeros de clases. Las amistades románticas comenzaron a aparecer y el gusto del pequeño Byron por las mujeres se convirtió en el motor de su vida. Era un adolescente irreverente, que rechazaba todos los convencionalismos. Lord Byron nunca fue bien visto por la sociedad de su tiempo. 

En ese aspecto hubo un asunto difícil en la vida de Byron que Maurois trató con la implacable firmeza del investigador, y al mismo tiempo con la mirada sabia y espaciada del hombre cultivado. Fue la cuestión del incesto: Byron tuvo una hija con su hermanastra Augusta Leigh. Maurois no deja dudas respecto al amor que hubo entre los dos, pero al mismo tiempo apunta que los medio hermanos casi nunca se habían visto en su vida, sino en 1813 cuando se enamoraron. Maurois sin hipocresía despierta en el lector los sentimientos de admiración y lástima que a su juicio, deberían inspirar en todo ser humano el carácter y la vida de Byron. No hace de este escandaloso capítulo el motivo principal de su biografía, sino deja el conflicto como la esencia del “byronismo”. 

Lord Byron, autor de obras estelares como “Childe Harold”, Don Juan y Caín, no podía según él mismo vivir sin objeto a que amar. Dibujaba a sus amores “como el pintor y el escultor, no como son sino como deberían ser”. Su cinismo después de tantas aventuras sentimentales lo llevó a afirmar que “Es una desgracia que no podamos vivir con mujeres ni sin ellas”. Maurois nos aclara que al final de su larga vida amorosa Lord Byron se conformaba con “Yo no le pido más a una mujer sino que sonría”. 

Romántico de ideas liberales, dejó a Inglaterra para siempre en 1816 y murió en Grecia, luchando por la libertad. Maurois escribió que “recortaba en los periódicos las ofertas que hacía el gobierno de Venezuela a los extranjeros que quisieran ir allí como colonos. Bolívar, libertador de un pueblo, era uno de sus héroes”. 

alvaromont@gmail.com