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La normalidad enferma

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ. El interior nos está mostrado una profunda fragilidad psicológica, una falta de densidad... Sin un mundo interior propicio no se internalizaría el mundo exterior despreciable

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

24/10/2018 05:00 am

Se ha establecido un patrón de comportamiento, el del odio, el de la mentira, el del desprecio. El cerebro humano funciona sobre la base de reconocer patrones y esos que tenemos están siendo copiados hasta un nivel insoportable. Se está uniformando el comportamiento sobre los patrones deleznables. Podríamos decir que tenemos una “cultura del desvarío”. 

Nuestra manera de vivir en este mundo social es el del mundo social. Reproducimos, así, el estado de desprecio, de mentira y de cerco. Esta es ya la manera de vivir de los venezolanos. La revolución ha tenido éxito en el cambio tan ansiado del comportamiento social. Ya somos otros. 

Por otro lado tenemos la convicción de la derrota, sobre la base de la abstención en el actuar. No hacer es el nuevo hábito, pero lo compensamos con reflejos amenazando con las acciones más violentas, mientras acusamos, al que se mueve sobre la lógica, de colaborar con la nueva estructura de hábitos y comportamientos impuesta por la revolución de los contravalores. Los principios esenciales han sido trastrocados y ya no funcionamos derivando de ellos, ahora actuamos sobre los parámetros del régimen. De manera que si trasladamos a términos de política actual la palabra “colaboracionistas”, lo son –qué duda cabe– los que han adoptado los hábitos y comportamientos de quienes consideran sus adversarios. El hábito de no rendirse ha sido cambiado por el hábito de perorar palabras insultantes. 

Es obvio que la conformación de hábitos y comportamientos depende tanto del exterior como del interior. El exterior lo conocemos en todas sus taras, pero el interior nos está mostrando una profunda fragilidad psicológica, una falta de densidad, una vulnerabilidad total, una falta impresionante de consistencia. Sin un mundo interior propicio no se internalizaría el mundo exterior despreciable. 

Esta adaptación a los hábitos de crisis impone este comportamiento que se está haciendo natural en la definición de una normalidad enferma. La multiplicidad de la incoherencia es la única percatable. Muchos parecen caracterizados por la autoflagelación en sus respuestas y otros se tardan tanto que siempre terminamos volviendo a empezar, dejando sobre el piso el tiempo perdido y generaciones destruidas. 

teodulolopezm@outlook.com
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