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Volteando valores

MANUEL ZAPATERO. Sus convenciones las resumió reflexionando, que la salida religiosa, y las utopías que la acompañan, sometieron a la humanidad, por largo tiempo, a una vida sin libertad

  • MANUEL ZAPATERO

22/10/2018 05:00 am

El tipo había llegado a una edad en la cual sus convicciones, sus preferencias, sus principios, estaban cambiando de forma irreversible. Una edad en la cual la comodidad podía más que la nostalgia y más aún, que la conciencia. 

Hasta ahora, había creído que existía una jerarquía entre los principios de estética y comodidad. Ahora, la jerarquía se había volteado a favor de la comodidad. 

Comodidad es lo que buscaba en todas sus cosas: prendas de vestir, calzado, muebles, hábitos de vida y otras cosas. Lo tenía claro y no aceptaba más, sacrificar su comodidad en aras de la estética. 

Un vuelco
Pero no era solo en esa prioridad en donde había cambiado. También le dio un vuelco a sus principios éticos, a la importancia de los pecados y al valor de las virtudes. Le interesaban más las virtudes sociales como la educación, el respeto a los mayores, la puntualidad, la limpieza y el cuidado del medio ambiente. 

En realidad, había llegado a una edad en la cual habían desaparecido de su vida, casi todos los pecados capitales. De los siete, únicamente prestaba atención a tres. En su jerarquización negativa, aparecía en primer lugar la ingratitud, hija de la soberbia y hermana de la envidia. 

Siguiendo en ese contexto, reflexionó sobre las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Lo primero que pensó, es que la caridad debía ser sustituida por la justicia y ponerla en primer lugar, por encima de la fe, a la cual catalogó de autoengaño. Por último, desestimó la esperanza, por su actitud pasiva, “esperando” como las beatas en las misas dominicales, que todavía creen que los pobres heredarán la tierra.

¿Idealizar?
Sus convenciones las resumió reflexionando que la salida religiosa, y las utopías que la acompañan, sometieron a la humanidad, por largo tiempo, a una vida sin libertad. Idealizar nunca fue un buen negocio y como es bien sabido, el problema llega cuando el envoltorio asfixia la cordura. 

Por ello se preguntaba, si los grandes principios son solo un rémora que cercena la libertad. Si fuera así, siempre le quedaría la ética, como único vector para el resto de su vida. 

mzapatero21@gmail.com
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