El gran drama económico que sufre Venezuela se debe a la distorsionada visión que nuestros dirigentes del SSXXI tienen de la combinación o receta adecuada de trabajadores, profesionales, científicos, empresarios y funcionarios públicos. Los dirigentes del SSXXI creen como Lenin en URSS o China de Mao que las vocaciones humanas son transferibles y por eso creen en una economía igualitaria y dirigida (en lugar de una economía de mercado) donde el funcionario público se erige sobre los demás y decide quién es empresario, quién es científico, quién es obrero y quién es profesional. Y por lo general lo hace invirtiendo los papeles, el que era empresario lo trata de convertir en obrero, y al obrero en científico o empresario y a esos cambios los llama Revolución y los justifica con una tergiversación de la historia donde acusa al empresario o científico y profesional como explotadores que lograron esos conocimientos no por sus esfuerzos sino explotando a los más desfavorecidos. Es verdad esta distorsión económica de los dirigentes del SSXXI tiene un fundamento real: la economía venezolana del siglo XX no se desarrolló más porque había un capitalismo de amigotes en gran medida. Habían empresarios que se privilegiaron del Estado y cerraron las puertas a otros. Pero la solución de los dirigentes del SSXXI fue errada, en lugar de aumenta el número de empresarios, científicos y profesionales, los eliminó para erigir como héroes a los funcionarios. 

Toda economía como una receta de cocina para funcionar bien, requiere la dosis adecuada de ingredientes y una cantidad de fuego específica. Si a una receta se le coloca más sal de la adecuada, más cebolla, o cualquier ingrediente que lo que la receta indica, el plato resultante será desagradable y hasta tóxico para la salud. Igual que en la cocina, mientras más creativo es el chef para combinar ingredientes y ubicar nuevos, mayor número de comensales recibirá y mayor número de empleos generará. Los buenos platos de comida no se pueden decretar. Las diferentes combinaciones de ingredientes no se pueden tampoco decretar. La historia y la experiencia y la práctica libre es la que determina cómo combinar los ingredientes en la buena cocina. 

Algo que no tienen claro los dirigentes del SSXXI es que la buena gerencia y el talento cuentan. También los buenos empresarios. Los buenos obreros. Si cada ser humano tiene talento. Pero cada talento es diferente entre las personas, específicos para sus propósitos de vida y no son transferibles. Si hay movilidad social, una persona que empieza de obrero puede terminar de empresario o científico o viceversa pero debe hacerlo por su talento y por sus aportes y no por venganza o complejo de inferioridad de unos funcionarios públicos dirigiendo la economía. El gran problema de fondo es que los dirigentes del socialismo del siglo XXI ven la vida de otros ciudadanos exitosos con complejos de inferioridad. Si una persona es un excelente médico y gana mucho dinero entonces le regulan sus tarifas, si es un empresario que crea empresas exitosas lo expropian y los acusan de explotadores y los sustituyen con obreros creyendo que su éxito se debe a la explotación de otros y no al servicio que prestan por haber desarrollado sus talentos únicos. Por estos errados criterios el presidente elige personas sin competencia para dirigir las empresas del Estado y así nos arrastran a todos con anuncios auspiciosos pero hacia la pobreza, la inflación y la escasez. 

@alejandrojsucre