Venezuela, como país, está pasando las de Caín, como se decía, porque ese personaje la pasó mal. El libro del Génesis nos señala que Dios prefirió los sacrificios de Abel, sin que nos expliquen porque, razón por la cual, envuelto en celos, mató a su pariente. Fue severamente castigado y vagó por la tierra marcado de por vida, de allí el dicho.
Nuestra querida patria va de mal en peor en todos los sentidos, dicen los que padecen, y sobre todo los de pocos recursos, a quienes hasta lo elemental les cuesta más. Un ejemplo son los puntos de venta que no son de los bancos, porque ese producto, para la banca, tiene un coso altísimo no retributivo. Entonces la solución la dieron unos empresarios que trajeron la maquinita, con autorización de la Superintendencia, y por supuesto, cobran un porcentaje sobre el precio de venta, de manera que no solo los consumidores pagan en exceso, sino que colaboran con la inflación.
Mientras todo esto sucede, nuestros gobernantes se excusan con lo que ellos llaman Guerra Económica, las medidas del imperio, que aparentemente impiden la evolución de la revolución, de los fuertes y constantes ataques, y como contramedida, se refieren a planes que han puesto por enésima vez en funcionamiento, propuestas motores de incentivar la producción y la toma de medidas económicas, que, según dicen los entendidos, ninguna funcionará, vaticinándose una súper hiperinflación que romperá récords históricos internacionales.
Lo que parece otra calamidad más, que se suma a lo que nos ocurre: Una buena parte del planeta reacciona no contra Venezuela y los venezolanos, sino en contra de sus gobernantes.
En América del Sur cada vez tenemos menos simpatizantes del régimen, reduciéndose prácticamente a uno solo, Bolivia, que casi ni opina, pero los países vecinos están haciéndole la vida difícil a Maduro y sus partícipes, porque realmente pareciera ser que el problema migratorio y sus efectos los sienten directamente colombianos, peruanos y ecuatorianos en la costa oeste del continente y con menos fuerza Chile, mientras que en el lado este es Brasil el que lleva la peor parte, pero sus reflejos llegan hasta la Patagonia.
Lo malo para Venezuela es que allende el océano Atlántico también están mayoritariamente en contra del régimen criollo y su modelo, tanto económico como social, y se empeora porque nuestros vecinos occidentales ahora forman parte de la OTAN y eso es preocupante para los que están en el poder.
A las sanciones que ha ido imponiendo la Unión Europea como grupo, han manifestado preocupación los españoles, que al parecer están dispuestos a ayudar a Maduro, al contrario que los franceses, que actuaron radicalmente a finales del mes pasado, y ello produjo una virulenta reacción de nuestra cancillería.
El Universal publicó el texto del comunicado diplomático venezolano, cuyo lenguaje podría considerarse de odio, con el agravante que aquí hay una ley que lo castiga, y a pesar de ello, contiene epítetos que se pueden considerar como ofensas graves, no dirigidos solamente al gobierno de Macron, al que considera como líder desprestigiado, sino que señala a ese país, así se entiende, como racista de ultraderecha, y donde le imputan a Francia el ser responsable de los inhumanos y dramáticos flujos migratorios africanos.
Y es que el gobierno galo dio apoyo a los países latinoamericanos que interpusieron por ante la Corte Penal Internacional una denuncia en contra de nuestros gobernantes, grave por tratarse de delitos de lesa humanidad.
Pudiéramos entonces estar como Caín, porque no pareciera existir un foro internacional que comprenda y apoye las acciones de nuestro gobierno.
@gadeaperez
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