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Sergio

RICARDO GIL OTAIZA. Es esta inusitada novela de Manuel Mujica Láinez un texto autárquico, que se hace a sí mismo, que se construye peldaño a peldaño desde la bien dotada capacidad artística del autor

  • RICARDO GIL OTAIZA

14/10/2018 05:00 am

Publicada inicialmente por Sudamericana en 1976, tenemos hoy la oportunidad de acercarnos a una novela singular, Sergio, del autor argentino Manuel Mujica Láinez, y editada esta vez por Drácena (2018) de Madrid, con Prólogo de Luis Antonio de Villena. No cometeré la indiscreción de contar el final de este libro, para que no le pase al atento lector lo que a mí me sucedió: estar permanentemente con la intriga en torno al “esperado” desenlace. Lo que sí puedo contar acá es que se trata de una novela rompedora de esquemas, que en su tiempo fue considerada ya “fuera del canon”, al referirse a un tema no muy usual entre los escritores latinoamericanos: la belleza y sus vasos comunicantes con el tema de la homosexualidad.

Sergio Londres, personaje central de la trama, es un muchacho sencillo, tal vez un poco taimado, nacido para la trashumancia, pero que es poseedor de una belleza portentosa, que arrebata a mujeres y a hombres; y esa es precisamente su desgracia. Esa atracción hacia el joven de piel dorada, de ojos azules alados, de cabellera lacia y de cuerpo delgado y atlético, se convierte desde el inicio de su juventud y de su tragedia, en anzuelos que atraen hacia él todas las miradas y las más abyectas pasiones, hasta convertirse en un codiciado “objeto” por el que se batirán las más profundas animadversiones, pero también las más sutiles estratagemas en aras de su posesión física y espiritual. 

Logra Láinez un texto de extrema belleza y elegancia, que nos lleva de la mano por los sutiles mundos del arte, de la cultura europea, así como de las densas tramas del poder y de las sombras. Pudo el novelista echar mano (gracias a la temática y sus poderosas aristas sensoriales) de la subcultura de la aberración y de la pornografía, para atraer para sí desprevenidos lectores, pero conocedor en profundidad de la naturaleza humana logra elevar los sentidos a cimas insospechadas de lo sublime y lo espiritual. Sergio es apetecido, pero él no es presa fácil, y como alternativa frente a su desventurado sino opta por la permanente huida, por escapar de su ominoso destino; por extraviarse en los laberintos de sus propias dudas existenciales. 

Conoce Sergio a Juan Malthus, y a partir de entonces estos dos jóvenes de extrema belleza se asocian en lo sucesivo y conforman así un binomio que llevará la historia a extremos de excelsitud. Si bien Sergio continúa con su ambivalencia de no aceptar su condición homosexual (por las ataduras propias de su formación familiar y religiosa) y se deja llevar por el devaneo de señoras que buscan solazarse en sus brazos, Juan se erige en factor desencadenante de una pasión amorosa creciente, que busca la completitud desde una atormentada relación de pareja. Lentamente va configurándose así diversidad de situaciones que los conduce al desencuentro, hasta que ambos convergen luego de azarosos destinos personales y se cierra la novela con un final orquestado por los sutiles hilos de lo metafísico. 

Es esta inusitada novela de Manuel Mujica Láinez un texto autárquico, que se hace a sí mismo, que se construye peldaño a peldaño desde la muy bien dotada capacidad artística y fabuladora del autor. No pierde oportunidad el novelista para desde las páginas de esta obra dejar sentada su exquisita erudición, su profuso conocimiento del mundo, su fino humor (no exento de ironía), y un profundo escepticismo por el destino de lo humano. No dudo en calificar a Sergio como a un libro excepcional, bien logrado, entretejido desde la complejidad de vidas contrapuestas, que buscan con afán la complementariedad, ya no de los opuestos, sino de quienes comparten un mismo derrotero vital. 

@GilOtaiza

rigilo99@hotmail.com
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