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La luz aséptica

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ. El hombre queda contraído, por la velocidad, en un mismo sitio, en uno que ya no se llama “aquí” sino “ahora”. Las consecuencias son previsibles

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

03/10/2018 05:00 am

El futurismo asociaba velocidad a todo lo que se moviera por motor. Hoy la velocidad está en las ondas electromagnéticas. Dentro de poco Internet entrará por la vía de la electricidad, no del teléfono. Bien podemos decir que la velocidad de la luz es el nuevo límite, uno en que nos paralizamos. Ya no hay interpretación subjetiva o disociación de apariencias objetivas. Ya no sabemos bien que es realidad. 

El ojo humano ha sido superado por la imagen de síntesis. En los tiempos de Marinetti la velocidad equivalía a disminución de tiempo, a un ahorro entre llegada y partida. Ahora sólo llegamos y no es necesario partir. Velocidad se ha convertido así en inmovilidad. Virilio nos lo recuerda al hablarnos del hombre inicialmente móvil, luego automóvil y finalmente mótil, es decir, uno que ha limitado sus movimientos y en cuyas casas pronto no existirán ventanas, ventanas como las de Shakespeare y Pessoa en sus sonetos, más sólo pantallas y cables que ocupan los antiguos lugares. 

Ya no puede decirse que estar signifique aquí. La transmisión entra directa convirtiendo a este planeta en uno sin espacio y distancia. No necesitamos desplazarnos, el violento aire removido por la máquina que ha podido conmover a los futuristas ha sido sustituido por la paradoja de que todo acontece en este lugar en ninguna parte donde estamos fijos o clavados nosotros receptores de las ondas electromagnéticas. 

El hombre queda contraído, por la velocidad, en un mismo sitio, en uno que ya no se llama “aquí” sino “ahora”. Las consecuencias son previsibles. Si queremos escribir sobre lo planetario hay que ir a buscarlo en el único planeta que todavía subsiste, el hombre. Él está inmovilizándose y llegará a un sedentarismo total, a una parálisis que hace de su cuerpo un ghetto. En ese ghetto debemos introducirnos y buscar lo intermitente, que será lo único que quede. Así, deberemos aprender a manejarnos en el tiempo, no en uno histórico desaparecido, sino en el “real” de la onda electromagnética. La tecnología paralizará al humano, pero podemos combatir la atrofia de los miembros que esto traerá impidiendo que las ondas electromagnéticas de la transmisión en vivo nos hagan meros receptores de una “luz” aséptica alimenticia en sí misma. 

teodulolopezm@outlook.com
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