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Presencia de Rómulo Betancourt

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ. Entendía de manera singular los factores determinantes de la sociedad y supo actuar ante ellos en el difícil proceso de restablecimiento de la vida democrática

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

30/09/2018 05:00 am

Si alguien conoció a Venezuela en su auténtico sentido e interpretó cabalmente sus necesidades, idiosincrasia, historia, naturaleza y destino como pueblo fue Rómulo Betancourt. Entendía de manera singular los factores determinantes de la sociedad y supo actuar ante ellos en el difícil proceso de restablecimiento de la vida democrática desde la época de Gómez y durante la dictadura militar de Pérez Jiménez al juzgar certeramente los elementos que debían estructurarse a favor del cambio histórico que exigía la Nación.

Siempre se le reconoció a Betancourt su sapiencia política, su capacidad organizativa, su autoridad como líder, la constancia de su pensamiento democrático en la lucha sostenida que desde 1928 emprendió a favor de la democracia en contra las dictaduras nacionales y continentales, los derechos del pueblo a su propia autodeterminación, la conducción civil de la República como imperativo de su historia.

Dos cartas de Rómulo Betancourt desde el exilio -de los tantos que tuvo- escrita el 02 de noviembre de 1956 a Rafael Caldera y otra al Comité Ejecutivo Nacional de su partido el 14 de enero de 1958, a escasos días del fin de la dictadura, dan noticias de las circunstancias del momento y lo que iba a ser de manera inevitable el destino político de Venezuela.

En la primera dirigida a Rafael Caldera, le advertía sobre la evidente descomposición del régimen en materia de crímenes políticos, la persecución ciudadana y la: “ausencia total de limpieza en el manejo de los dineros públicos” que era evidente no obstante la presencia frecuente de obras públicas y la imagen de desarrollo y crecimiento en la cual se pretendía justificar el continuismo del gobierno sin permitir la existencia de condiciones democráticas libres y seguras. Se sumaba al perjuicio que evidentemente causó la dictadura a Venezuela el mal manejo de sus recursos: “la entrega de buena parte de las reservas nacionales de petróleo en condiciones onerosas para Venezuela, sin público debate, sin Congreso idóneo que apruebe esos contratos”.

A su juicio, amenazadas y comprometidas como estaban: “las bases mismas de la nación”, preveía Betancourt el fin de la dictadura y ante la supuesta realización de elecciones anticipó la derrota de la misma y, en consecuencia, recomendaba intervenir en ellas como forma de activación política: “Estimulando aquí y allá optimismo con respecto a las elecciones anunciadas; diciendo de oído a oído lo que sinceramente creo; que las elecciones las perderá otra vez el régimen; y que no está hoy su cabeza visible en condiciones de repetir el segundo golpe de cuartel del 2 de Dic. de 1952”.

No obstante la severa represión y el clima de terror interno que existía, Betancourt señalaba las maneras como se debía superar la situación hasta alcanzar una constante participación ciudadana ya que: “El venezolano es demócrata, quiere la libertad, por ella ha peleado y se ha sacrificado a lo largo de nuestra historia…”, consideración certera sobre la verdadera vocación política del país como parte de una herencia histórica y humana y una manera de apreciar la vida ciudadana con la cual se han formado varias generaciones nacionales.

Betancourt con amplitud política estimulaba que Caldera y su partido participaran en ellas anunciando desde entonces que en el suyo: “Nos hemos trazado una línea de gran amplitud” considerando la necesidad de agrupar y lograr asegurar el rescate democrático como elemento esencial y superior de la acción política de entonces.

En la segunda carta, anticipando el próximo término de la dictadura, destacó Betancourt la vitalidad política de su organización la: “calidad cívica y revolucionaria…” que tenía y debía tener para detentar y conservar la confianza popular. “El despotismo caerá” señalaba y llamaba a su partido a mantenerse activo y realizar acciones callejeras cívicas y pacíficas en demanda de reivindicaciones tales como el restablecimiento de libertades políticas, la de prensa y de asociación política y sindical, la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados, concluyendo que: “Debemos dar una impresionante capacidad para orientar al pueblo en estos momentos, no hacia la retaliación explosiva sino hacia el reclamo de las grandes aspiraciones colectivas”.

Falleció Betancourt del 28 de septiembre de 1981. El país se sumió en un profundo duelo nacional. La manifestación popular el día de su entierro fue una de las más multitudinarias y cívicas que recuerde la historia nacional. Los más destacados líderes nacionales y mundiales resaltaron su rol como estadista y demócrata de talla continental y como uno de los más eminentes ciudadanos y políticos latinoamericanos del siglo XX.

@articulistasred
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