Trump y Chevron en Venezuela
El retorno de Chevron bajo la administración Trump confirma que el petróleo venezolano sigue siendo estratégico para EE. UU., y que la vía productiva y de propuestas económicas puede ser la más efectiva para promover todo tipo de libertades
La decisión del expresidente Donald Trump de devolver la licencia de producción a Chevron en Venezuela marca un giro pragmático en la política exterior energética de Estados Unidos. Lejos de ser un gesto político, se trata de una acción estratégica que reconoce el peso geopolítico de Venezuela y su rol clave en el mercado petrolero global.
Con más de 300 mil millones de barriles certificados, Venezuela posee las mayores reservas del mundo. Aunque su capacidad productiva se ha caído, su potencial sigue intacto. Venezuela no es irrelevante, si se activa, altera flujos, precios y decisiones de inversión en todo el hemisferio.
Con más de 300 mil millones de barriles certificados, Venezuela posee las mayores reservas del mundo. Aunque su capacidad productiva se ha caído, su potencial sigue intacto. Venezuela no es irrelevante, si se activa, altera flujos, precios y decisiones de inversión en todo el hemisferio.
El regreso de Chevron al país bajo una nueva estructura contractual permite a EE. UU. cumplir tres objetivos: garantizar suministro estable de crudo en el hemisferio, ejercer influencia directa en la producción venezolana, y evitar que actores como China o Rusia dominen la operación petrolera. Además, ayuda a contener los precios del combustible en el mercado doméstico estadounidense, una preocupación clave para Trump y su electorado.
Chevron, lejos de ser solo un operador, representa una herramienta clave de la política exterior de EEUU. Su permanencia en Venezuela, incluso en los años más duros, demostró que EE. UU. nunca quiso romper del todo. Hoy, su reactivación es una señal de que Washington apuesta por una vía alternativa: fomentar la actividad privada, sin transferencias directas de Estados.
Desde esta columna hemos planteado que el renacimiento económico del país solo será posible si el sector privado vuelve a ocupar el centro del modelo productivo. Este nuevo escenario representa una oportunidad para cientos de empresas de servicios, ingenieros, técnicos y contratistas nacionales. Ya hay avances en garantizar un marco legal seguro y transparente, la inversión extranjera y local que podrá generar empleo y crecimiento sin fortalecer al régimen.
Sin embargo, este giro deja en una posición compleja a figuras que se oponen al fortalecimiento de la actividad privada vía Chevron en Venezuela. No se puede desconocer las realidades económicas del petróleo venezolano. Venezuela es un país cuyos costos de producción de petróleo son más bajos que en resto del hemisferio. Que el sector privado venezolano, a diferencia del pasado, hoy ocupa el mayor % de producción de petróleo y que hay una apertura del sector. Al devolverle la licencia de producción, la administración Trump está reconociendo tres realidades económicas adicionales: 1. Venezuela es necesaria para estabilizar el mercado petrolero occidental. Frente al endurecimiento de las sanciones contra Irán y Rusia, y la inestabilidad en Medio Oriente, el acceso a petróleo occidental, cercano y bajo control empresarial, se vuelve crucial. 2. Chevron es el mejor vehículo para encender el motor petrolero venezolano. A través de estructuras contractuales específicas (como los contratos de servicios petroleros), se puede reiniciar la producción fortaleciendo al sector privado. 3. Hay presión doméstica en EE.UU. para controlar los precios del combustible. El ciudadano norteamericano promedio reacciona con fuerza ante las subidas del galón de gasolina. Trump lo sabe y actúa en consecuencia.Con Trump al frente, esa narrativa de fortalecer al sector privado se ve en alza.
La oposición venezolana también enfrenta un momento de redefinición. El retorno de Chevron bajo la administración Trump confirma que el petróleo venezolano sigue siendo estratégico para EE. UU., y que la vía productiva y de propuestas económicas puede ser la más efectiva para promover todo tipo de libertades. El presidente Trump no puede seguir sancionando a Chevron en Venezuela debido a que el petróleo venezolano se desvía hacia China a un precio de descuento y eso le abarata el costo de energía de producción de bienes y servicios a ese país. Eso hace que China sea más competitiva y que pueda producir bienes a menor costo que si el petróleo lo comprara a valor de mercado. Esto socava el efecto de la política arancelaria que el Presidente Trump está ejecutando.
Esta apertura de Chevron como operador en Venezuela exige a la oposición un nuevo discurso: ¿Qué papel le darán al ciudadano en este renacimiento productivo? ¿Qué marcos legales impulsarán para proteger al inversionista y al trabajador?
El regreso de Chevron es una necesidad de EEUU y una oportunidad para Venezuela. Se trata de que Venezuela puede volver a crecer desde su sector privado, con eficiencia, vigilancia y sentido democrático. El pragmatismo energético ha demostrado ser más fuerte que las diferencias políticas.
La historia demuestra que quienes se adapten a las realidades económicas triunfan y los que se aferren a discursos políticos son los que deben ajustarse.
X: @alejandrojsucre
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