Espacio publicitario

¿Nueva era para Fedecámaras?

El juego cambió, ahora no se trata de competir “todos contra todos” en el reparto vertical e individualista de la renta, sino de cooperar horizontalmente, como ciudadanos, en equipos, para producir riqueza y bienestar

  • JOSÉ ANTONIO GIL YEPES

17/07/2025 05:04 am

Al momento en que estén siendo publicadas estas reflexiones, estará entrando en sesión la Asamblea de Fedecámaras, la prestigiosa confederación de la cámaras y asociaciones empresariales de Venezuela.
 
Planteo la pregunta “¿Nueva Era para Fedecámaras?” porque es un axioma de la Sociología y de la Ciencia Política que “la forma de organización que adoptan los grupos de interés (empresariales, laborales, profesionales, ong’s, etc.) sigue el patrón de organización y toma de decisiones del gobierno que tratan de influenciar.” De lo contrario, no pudieran influenciarlo. Entonces, si el gobierno está cambiando, lo mismo deberían hacer las organizaciones que representan; en este caso, a los empresarios.

Desde el punto de vista político-administrativo, parece que el gobierno no tiene intenciones de cambiar; por ejemplo, descentralizando la administración pública. Eso no va a ser lo que plantee la reforma constitucional en puerta. Sería un híbrido: Más funciones y financiamiento a las instancias atomizadas del llamado Poder Comunal (Consejos Comunales, Comunas, etc.) para traspasarles poder desde las gobernaciones y alcaldías. Sin la descentralización del Estado que intentó CAP II, no tiene sentido descentralizar a los grupos de interés. Aquí ya aparece un punto en que Fedecámaras pudiera repensarse: Llamar “presidentes” a los representantes de la confederación en cada estado del país parece un reflejo de la descentralización que intentó Pérez II, pero que Caldera frenó y Chávez revirtió. De allí que ese rango de presidente estatal empresarial no tiene un interlocutor efectivo con gobernadores que no tienen poder.

Aquí la pregunta es si a Fedecámaras le conviene recentralizarse o, más bien, “todo lo contrario”: profundizar su descentralización. Trataremos de responder esta pregunta después de considerar lo que sigue.

Lo que no puede evitar el gobierno es tener que cambiar en lo económico: Está dejando de dirigir un PetroEstado, aquel organizado para repartir la renta petrolera y ocupar demasiados recursos económicos, para convertirse en un Estado que necesita “dejar que otros hagan”.

La consecuencia más visible de la caída de la renta petrolera es la pérdida de valor de la moneda venezolana: de Bs. 4,30 / US $ en 1983, a Bs. 11.500.000.000.000.000 en 2025; es decir, que el tipo de cambio, sin eliminarle 14 ceros, sería de “11 mil 500 billones de Bs. por 1 US $”.

Este deterioro se debe políticas económicas, todas orientadas, muchas desde hace 100 años, a concentrar el poder político, evitando que el empresariado y sus trabajadores se enriquezcan y tengan mayor influencia política: La Sobrevaluación de la Moneda; la Concentración del Gasto Público en las Ciudades; la utilización del Gasto Público como Motor de la Economía (en vez de que el motor sea la inversión, producción y empleos privados); eventualmente, la hipertrofia de las empresas del Estado; el Manejo Clientelista de dichas empresas; la Baja Rendición de Cuentas y mínimo Castigo a la Corrupción; la Desconfianza Gobierno-Empresa, incluyendo excesos de controles, regulaciones y permisologías que obstaculizan la inversión privada. El gigante resultante es el responsable de la pérdida de valor del Bolívar.

Entonces, la pregunta más importante que necesita hacerse Fedecámaras es “¿Cómo podemos contribuir los empresarios y trabajadores para recuperar el valor de nuestra moneda?”

Ya se han ensayado varios medios muy curiosos, pero ineficaces, tales como sobrevaluar la moneda (“engañarse por un rato”); endeudamiento externo; estatizaciones de unidades privadas en producción; cambiarle el nombre a la moneda; aplicarle un impuesto al uso de la moneda extranjera; y hacerle propaganda al Bolívar. Pero eso no funciona. El valor de la moneda no se decreta, ni la riqueza se genera repartiéndola. Dicho valor y la riqueza se generan invirtiendo y trabajando. Las nuevas fuentes del valor del Bolívar deben ser la confianza gobierno-empresa (sí, entenderse con el gobierno), la inversión privada, producción, productividad, competitividad y diversificación de las exportaciones.

La respuesta al reto de la confianza gobierno-empresa no brilla, pero se observa que el gobierno “le ha bajado dos”, verbal y factualmente, como en el siguiente decreto condicionando importaciones de alimentos y medicinas a licenciamiento, etc., y hasta está suscribiendo contratos de gestión a largo plazo para administrar empresas del Estado. Por su parte, los empresarios han descontado la política como condición para invertir. Así vemos, a través de la Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis, que crecen, moderadamente, las ventas por sector, la utilización de la capacidad instalada utilizada y la propensión a invertir de las empresas venezolanas.

El reto de la productividad empieza a responderse en la medida que aumenta el uso de la capacidad instalada, pero eso no es suficiente. Ante tantas dificultades que imponen muchas políticas económicas todavía vigentes (como la escasez de crédito bancario y los impuestos exagerados), es necesario que el empresariado adopte el enfoque que un viejito muy sabio llamaba “crecer para adentro”; es decir, hacerse más productivo. Eso mismo dice, entre otros, Douglass North, Premio Nobel de economía, para quien el desarrollo parte de recortar los costos de transacción entre los actores económicos. Estos costos se generan al 1. Tener que analizar el producto o servicio a transar; 2. Tener que conocer al interlocutor 3. Negociar: Acordar los términos del intercambio: precio, condiciones, tiempos, cantidades, sanciones por incumplimientos, etc. 4. Vigilar que se cumpla lo negociado y 5. Contar con un árbitro en caso de discrepancias. Entonces, para poder reducir los costos de transacción, se necesita que surjan acuerdos permanentes entre los eslabones de producción y servicios. Para hacer que estas negociaciones proliferen, es necesario que Fedecámaras, las Confederaciones Sectoriales y las cámaras se reorganicen para contar con las herramientas para convertirse en facilitadores de negociaciones y alianzas entre las empresas que intercambia entre sí. De manera que las negociaciones no se tengan que repetir en cada ronda de intercambio porque eso aumenta los costos y la incertidumbre. Esto implica contar con bases de datos robustas, análisis de economía industrial por sector, expertos en facilitar las negociaciones entre empresas y con consultas periódicas a las empresas agremiadas. La confederación, Fedecámaras, y las federaciones sectoriales seguirían siendo cúpulas en cuanto a llevar propuestas de políticas económicas a los entes de gobierno (debidamente consultadas con sus bases). Pero ahora se presenta la necesidad de desarrollar su organización en información y en facilitación de negociaciones y acuerdos, tanto entre empresas como entre sectores y cadenas sectoriales.

Por último, el incremento en la competitividad es necesario para poder diversificar la producción y las exportaciones, frente a la avalancha de importaciones y contrabando que estamos sufriendo (destruyendo fuentes de empleo en el país). Una mayor competitividad parte de las condiciones necesarias para ser productivos y añade la consolidación de alianzas que integren a los eslabones de cada cadena de producción (no de subvaluar el Bolívar). Ningún eslabón de cada cadena de producción puede ser productivo ni, mucho menos, competitivo, si toda la cadena no es productiva y competitiva. Y, para eso, necesita contar con componentes de calidad en cada eslabón y acuerdos entre los eslabones para bajar los costos de transacción. Entre las herramientas para impulsar la competitividad y darle calidad de exportación a los productos finales de cada cadena está la de Mercadeo de Localidades. Este proceso consiste en ir a lo micro, por empresa y por localidad, para conformar verdaderas alianzas exportadoras a ese nivel y contando, no sólo con los empresarios y trabajadores, sino también con las fuerzas vivas de cada localidad: cámara local o regional, la alcaldía, consejos comunales, medios de comunicación, centros de enseñanza, etc. En este nivel surge un fenómeno poco común, el de la coopetición o cooperación entre competidores; por ejemplo, el de acopiar producciones parciales para satisfacer grandes pedidos de exportación. Al ilustrar este último punto, ha surgido también la respuesta a si Fedecámaras y las Federaciones Sectoriales Empresariales deben o no descentralizarse. La respuesta parece ser que sí necesitan hacerlo, pero no a nivel de estados, sino a nivel de alcaldías y, desde allí, incluir el manejo de relaciones empresariales con los consejos comunales para impulsar la competitividad. Pendiente esto último de la reforma constitucional definitiva.

Al asumir los retos de la productividad y la competitividad a través de alianzas de cooperación entre los eslabones de las cadenas sectoriales, Fedecámaras y los gremios del sector lograrían un reencuadre psicológico que disuelve las diferencias entre la producción y el comercio porque ambos necesitan cooperar para rescatar el valor de lo que afecta a ambos: el valor del Bolívar. Bajo esta nueva óptica, ya la sobrevaluación no sería beneficiosa para los que importan y perjudicial para los productores. No, la sobrevaluación es perjudicial para todos. Y la revalorización de la moneda es necesaria para todos porque, sin ella, es imposible que los mercados crezcan. El juego cambió, ahora no se trata de competir “todos contra todos” en el reparto vertical e individualista de la renta, sino de cooperar horizontalmente, como ciudadanos, en equipos, para producir riqueza y bienestar.

@joseagilyepes
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario