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Hacia una democracia de calidad humana

Se asiste perplejo al planteamiento de sectores nacionales que sólo ven como alternativa un retorno a un capitalismo duro donde todo se privatiza y donde todo se aleja

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

16/07/2025 05:02 am

La economía social es una forma expedita de crear ciudadanía pues la solidaridad está presente en la base misma del planteamiento. Esto es, el de libre asociación para el beneficio común colocado por encima de un interior espíritu competitivo.

La economía social no puede ser excluyente, como se pretende al tratar de utilizarla como alternativa a la propiedad privada, sino un espacio en el cual convive pacíficamente con ella. Es un orden que se contrapone tanto al capitalismo puro como a la planificación socialista, uno centrado en el hombre. Es una forma de propiedad privada sobre el principio de la cogestión y debe tener perfecto derecho al beneficio y al crecimiento de la empresa social, dentro de los parámetros del bien común. Debe moverse en un orden económico de libertad con la vigilancia de un Estado fundamentado en lo social del derecho y bajo la ética de una doctrina de promoción social.

Se le llama sector voluntario, tercer sector solidario, economía solidaria o de iniciativa común, a esta realidad social que está entre la economía capitalista y aquella pública. Lo es, al partir de una democratización del poder de decisión, al establecer una primacía del hombre y del trabajo. Esto es, las bases son democracia, interés social y justicia distributiva.

El objetivo es el desarrollo de una socioeconomía en que no hay escisión de los agentes económicos de sus identidades sociales y menos del mundo simbólico que llamamos cultura. Si hablamos de socieconomía es porque esta debe producir sociedad y no sólo utilidades. El listado puede ser grande: cooperativas, servicios personales solidarios, ahorros hacia el crédito social, formación e investigación continuas, asociaciones de productores autónomos, redes de ayuda mutua, organizaciones de trueque, etc. La organización social se manifiesta, en numerosas ocasiones, por necesidades específicas que brotan al calor de la vida misma y que no son reducibles a un mero elenco. Ni una lógica capitalista ni un Estado socialista planificador a ultranza pueden no mirar con suspicacia lo que es la economía social, lo que quiere decir que ni una política asistencialista ni un Estado que roba atribuciones a los ciudadanos mirarán con buenos ojos una socieconomía. El principio de convergencia sólo puede encontrarse en una democracia con calidad humana, la que hemos denominado una democracia del siglo XXI.

La economía debemos volver a colocarla entre las Ciencias Humanas y no como dependiente de las Ciencias Exactas. El problema, sea dicho, como lo repito en mi texto sobre la mediocridad política de América Latina, es plantearnos una inteligencia en un ámbito superior. Es menester instituir una lógica cooperativa en medio de una lógica exclusivamente competitiva. Los problemas ya no son los que dieron origen a una lógica capitalista implacable. Le economía fue convertida en una religión, esto es, ocuparnos de ella era ocuparnos de todo, falsificación que nos ha conducido al cuadro que denota la precariedad de gruesas poblaciones humanas.

Se asiste perplejo al planteamiento de sectores nacionales que sólo ven como alternativa un retorno a un capitalismo duro donde todo se privatiza y donde todo se aleja.

@tlopezmeléndez
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