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Amar la vida

Amar la vida es cuidarla. La vida de todos y de todo. Toda la creación es obra del amor de Dios, todo es bueno, todo tiene valor en sí mismo. Por ello, debemos respetar y cuidar la naturaleza, todas las formas de vida

  • ANTONIO PÉREZ ESCLARÍN

08/07/2025 05:03 am

La educación trata de enseñar muchas cosas pero no nos enseña lo esencial: amar intensamente la vida. Amarla cada día y todos los días con pasión. Amar la propia vida y la vida de los demás, ya que todos somos hermanos. Amar la vida de los árboles y los ríos, de los animales y las flores. Amar la tierra, el aire y el agua que hacen posible la vida. Amar la vida de los débiles y de los pobres, la vida naciente y la vida ya gastada; la vida herida y la vida amenazada.

Para amar la vida, debemos aprender a admirar. El amor, antes que a cumplir, nos invita a admirar, a dejarnos envolver y sorprender por la vida, a contemplarla en su misterio y a sentir las ganas y el gozo de vivir y gritar muy fuerte en el corazón: ¡Vivir: qué aventura tan apasionante!.

El amor desencadena el agradecimiento. Agradece el gran regalo recibido. En el mundo estamos unos ocho mil millones de personas, pero no hay nadie como tú: nadie verá el mundo con tus ojos, ni acariciará con tus manos, ni rezará con tus labios, ni amará con tu corazón. Tú eres dueño de tus alegrías, tus tristezas, tus miedos, tus ilusiones…Tú decides lo que haces y lo que dejas de hacer, lo que eres y lo que puedes llegar a ser. Puedes vivir cada momento sembrando amargura y tristeza, o ilusión y alegría. Puedes ser una amenaza o un regalo. De ti depende.

Amar la vida es también respetarla y protegerla. El amor implica respeto, un respeto sagrado, porque toda vida humana es sagrada. Respetar es contemplar la vida del otro en todo su valor, en su dignidad absoluta e irrenunciable y trabajar para que esa vida crezca y alcance su plenitud como vida humana. Sin respeto a la vida de todos no hay paz, ni pacífica convivencia.

Porque la vida humana está rodeada de peligros y es muy vulnerable, porque los seres humanos somos muy capaces de herir y ser heridos, hay que proteger la vida, especialmente la vida de los débiles, de los más pobres, de todos aquellos que tienen amenazada su vida.

Amar la vida es cuidarla. La vida de todos y de todo. Toda la creación es obra del amor de Dios, todo es bueno, todo tiene valor en sí mismo. Por ello, debemos respetar y cuidar la naturaleza, todas las formas de vida. Comprender que la naturaleza no nos pertenece, sino que somos parte de ella. Destruir la naturaleza es destruirnos. El ecocidio es una forma de suicidio.

Amar la vida es curarla: curar las heridas del cuerpo y del alma, la enfermedad y el sufrimiento. Acompañar a los heridos, a los que sufren y malviven, a los que ya no encuentran motivos para seguir viviendo. Ser capaces de brindar razones para luchar, sufrir, vivir y esperar. Trabajar por un país y un mundo donde nadie sea maltratado, perseguido, amenazado, torturado.

Amar la vida es entregarla. Nos dieron la vida para darla, para vivir como un regalo para los demás. Solos no podemos cambiar el mundo, pero podemos hacer que en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad, en nuestra ciudad, en nuestro país, haya más unión o más desunión, más reconciliación o más división, más alegría o más tristeza, más individualismo o más solidaridad. Y si todos nos esforzáramos por cambiar nuestro pequeño mundo, el gran mundo cambiaría.

¿Quieres que cambie Venezuela? Empieza por cambiar tú.

Antonio Pérez Esclarín
@antonioperezesclarin
www.antonioperezesclarin.com
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