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Síntomas de vejez

MANUEL ZAPATERO. El secreto de una “vida nueva” se haya en rehuir las tareas presuntuosa, en desdeñar las pretensiones vanas y de desarrollar la sindéresis con el entorno...

  • MANUEL ZAPATERO

22/09/2018 05:00 am

El tipo jamás se lamentaba de estar envejeciendo, porque a muchos les ha sido negado este privilegio. Pensaba que a los viejos siempre les queda algo de juventud que aprovechar, para sentir que es mejor parecer vivo que acabado, atrevido que conformista, creativo que contemporizador. Recordaba el proverbio de un buen amigo ya difunto: “Te haces viejo diez años antes de morirte, suponiendo, naturalmente, que te mueras de viejo”. 

Pensaba que se estaba acercando a esa cifra fatídica de los diez años. Por ello repetía que los viejos tienen derecho a ser desordenados y extravagantes, y como lo primero le molestaba, decidió poner en práctica lo segundo, reafirmando su idea de que un hombre solo está definitivamente acabado cuando ya no es capaz de hacer cosas impropias de su edad. Claro es que con esas extravagancias no trataba de escandalizar a nadie y menos a la familia. Extravagancias que le permitían sentirse vivo. Recordaba con nostalgia los días ya lejanos en los que todo lo que tenía eran instintos y le entristecía mucho compararlo con este tiempo de ahora en el que ya casi sólo le quedaban principios. Se dijo que era difícil sentir nostalgia cuando los recuerdos menguan día a día. Con gesto cansado, pasó a describir la vejez con los peores adjetivos: lo marchito, lo desgastado, lo deslustrado, lo agrietado, lo desdibujado, lo agridulce, lo descolorido, lo débil, lo melancólico, lo solitario, lo meditabundo, lo lánguido, lo desdichado, lo intrascendente, lo oculto, lo silencioso. 

El secreto
Envejecía, pero había aprendido que el secreto de una “vida nueva” no se haya tanto en incorporar nuevas tareas, ni añadir nuevas metas ni en formular nuevas aspiraciones, sino más bien en rehuir las tareas presuntuosas, en desdeñar las pretensiones vanas y de desarrollar la sindéresis con el entorno. Sindéresis que le ayudaba a vivir, aplicando un mínimo de ponderación y equilibrio frente a las personas y las cosas. 

Un aforismo final del tipo. Un buen viejo no es un estorbo. Es un regalo. Por ello animaba a brindar con ellos, gracias a lo bien que se le daba confundir la resignación con la esperanza. ¡Y que los cínicos perdonen mi cursilería! 

mzapatero21@gmail.com
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