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Israel e Irán: la guerra del fin del mundo

Hoy, el tablero geopolítico ha cambiado drásticamente. Ya no son solo estados los que están en pugna, sino que la paz y seguridad de toda la comunidad mundial penden de un hilo

  • JULIO CÉSAR PINEDA

15/06/2025 05:06 am

Para algunos analistas de la historia política de la humanidad, el año 536 d.C. podría ser declarado el peor para la humanidad. Argumentan que sus repercusiones fueron incluso más graves que las de la Peste Negra, que diezmó a casi el 50% de la población europea entre 1340 y 1351. De igual forma, los períodos de 1914-1918 y 1939-1945 marcaron las devastadoras épocas de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Estos conflictos, librados con armamento convencional, desataron una destrucción generalizada y una inimaginable pérdida de vidas. Sus consecuencias resonaron a nivel mundial, impactando incluso a naciones lejanas como Venezuela, aislada de todos los escenarios internacionales.

Hoy, una sensación similar de angustia y preocupación se apodera de la comunidad internacional al ser testigo de las crecientes tensiones entre Irán e Israel. Esta situación evoca las profundas ansiedades de conflictos globales pasados, pues lo que hoy es un conflicto bilateral podría escalar rápidamente a un conflicto regional. Las complejas dinámicas del petróleo, junto con factores culturales, ideológicos y políticos, son elementos incendiarios en la región. Además, las alianzas internacionales podrían transformar esta confrontación en un conflicto de alcance mundial.

La preocupación se agrava al considerar que estamos más allá del uso de armas convencionales. Medio Oriente posee el potencial para el empleo de misiles con cabezas atómicas. En un escenario donde naciones aliadas de Irán, poseedoras de armas nucleares, intervinieran en su defensa, o si Estados Unidos u Occidente decidieran defender a Israel con sus propias capacidades nucleares, el mundo podría enfrentarse al escalofriante escenario de la primera guerra nuclear, que sería la tercera mundial. Sin embargo, esta sería la primera causante del exterminio de la humanidad, porque las consecuencias de los misiles con bombas atómicas, mucho más allá del efecto mecánico destructivo, tienen el potencial de un calor inmenso y una radiación que permanecerá por muchos años sobre el planeta. Una realidad aterradora para la cual no estamos en absoluto preparados para defendernos.

Ya estamos inmersos en conflictos que tienen esa dimensión universal, como los de Rusia y Ucrania, el de Pakistán e India por Cachemira, la posible toma de posesión del territorio de Taiwán por China, y la volatilidad del Medio Oriente. El actual conflicto entre Hamás, de Palestina, e Israel, se complejiza por la profunda imbricación de variables religiosas, donde el sunismo y el chiismo interactúan con el judaísmo. También los intereses económicos por las materias primas, especialmente por el petróleo, donde las potencias más importantes y aquellas que son nucleares tienen intereses directos y podrían ingresar en esa absurda guerra sin límites, que nos recuerda los horrores de Hiroshima y Nagasaki en 1945.

Actualmente, el 6 de agosto de 1945, cinco potencias tienen armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, China, Francia e Inglaterra. Además, Israel puede tener armas nucleares, Irán está muy avanzado en su desarrollo y Corea del Norte ha demostrado tener la tecnología nuclear militar. Afortunadamente, en América Latina, desarrollos nucleares como los de Brasil y Argentina están signados por el “átomo pacífico”. Desde la crisis de los misiles, firmamos el Tratado de Tlatelolco, cuya oficina central está en México y que declara a nuestro continente la única zona poblada desnuclearizada militarmente, para utilizar el átomo solo con fines pacíficos. Incluso Venezuela tenía un pequeño reactor de solo 3 megavatios. Hay reactores de 1.000 megavatios en Argentina y Brasil, pero con el progreso de seguir trabajando con el átomo pacífico y dejar de lado las alianzas, incluso el tráfico y la compra de elementos atómicos militares.

La proliferación nuclear y las nuevas doctrinas estratégicas aumentan los riesgos en todas las regiones y en el mundo. La inestabilidad, los ciberataques y las tensiones regionales nos han demostrado que es posible una guerra con armas nucleares. Esto exige diplomacia, control tecnológico y educación para evitar un conflicto atómico que sería apocalíptico para toda la humanidad.

En 1947, precisamente, científicos nucleares de varios países del mundo crearon el “Reloj del Juicio Final” para advertir de las amenazas de origen humano. La cruda realidad es que nunca antes habíamos estado tan próximos a un desastre global como en la actualidad, especialmente con estos ataques directos de Tel Aviv a Teherán y de Teherán a Israel, en donde no sabemos cuáles van a ser las consecuencias en los próximos días. Y se cumple la palabra de cada uno de los jefes de estado y de gobierno que, desde el primer ministro de Israel, Netanyahu, hasta el líder supremo de la revolución iraní, han dicho que van a acabar con el otro y las consecuencias serán irremediables.

Escritores como Aldous Huxley han previsto una tercera guerra mundial atómica. Esto lo hizo 16 años después de publicar “Un Mundo Feliz”, una distopía donde el novelista Huxley relató un mundo apocalíptico para la humanidad en modo y en esencia, un libro que no tuvo tanto éxito en su momento y que ahora está en plena actualidad.

Las repercusiones climáticas de una guerra nuclear serían terribles. Los modelos del clima permiten simular las repercusiones de las emisiones a la atmósfera por una guerra nuclear que bloquearía la radiación solar y tendría dramáticas consecuencias para la producción de alimentos: un invierno nuclear que hará imposible la vida sobre la Tierra. Este conflicto iniciado entre Irán e Israel es un posible escenario en el que reaparecen todas las interrogantes sobre si la teoría de la disuasión nuclear funcionará o no, con la destrucción mutua asegurada, o si el fallo de cálculo por parte de una de las partes puede terminar en un desenlace terrible para todos.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha señalado que Irán debe frenar el crecimiento de uranio para no llegar a la bomba atómica, porque llega a un 60% de enriquecimiento. Israel, basándose en que va a ser destruido por Irán, ha comenzado a atacar los reactores. Es posible que todo ese material, desde la fusión y fisión del combustible usado hasta la explosión de los núcleos de los reactores, pueda contaminar también el ambiente, además del uso voluntario de misiles con cabeza nuclear. Esto podría ser explosivo y tener, ya sea por fisión o por fusión, capacidad destructiva nuclear y bélica.

Quienes hemos estado vinculados con la diplomacia, e incluso hemos asistido a las reuniones del Organismo Internacional de Energía Atómica en Viena como diplomáticos venezolanos, y hemos tenido responsabilidad en dirigir el Organismo de Desarrollo Nuclear de Venezuela, sabemos lo difícil que es establecer un límite entre el uso pacífico y militar del átomo. Además, hoy en día las armas nucleares son la expresión de una guerra total moderna y lo que antes tenía un poder desconcentrado en manos de unas pocas potencias, hoy está en muchos países con intentos de tener la energía nuclear bélica, dando lugar a un contexto de “multipolaridad nuclear”. Esto ha desdibujado los esquemas clásicos de disuasión establecidos durante la Guerra Fría, cuyo éxito fue precisamente la actitud diplomática de Kruschev y de Kennedy para evitar la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

En esa época, los dos grandes bloques reducían la incertidumbre en la energía estratégica, pero el panorama actual se caracteriza por una fragmentación y volatilidad creciente, con muchísimos centros de tensión y dinámicas impredecibles. Ahora se suma la más grave de todas, que es la de Irán e Israel, más allá de los conflictos que hemos señalado de Rusia en Ucrania, de Taiwán y China, y de India y Pakistán, que son potencias nucleares. Incluso lo que está sucediendo en muchos conflictos regionales en África, y que en nuestro caso pudiera presentarse por las apetencias de las potencias en la gran riqueza que hay en el Esequibo, donde las grandes compañías internacionales han tenido la oportunidad, bajo un pretexto de una soberanía de Guyana, de desconocer el marco jurídico y político del Acuerdo de Ginebra de 1966 y llevar unilateralmente un juicio ante la Corte Internacional de Justicia donde hay recursos para el futuro, salida al Atlántico, uranio y torio, y otros recursos de tierras raras.

Una variable que hay que considerar también es la de los “grupos extremistas” que pueden ignorar los principios tradicionales de disuasión y, por la falta de experiencia en estados nuclearizados, tener la tentación de aumentar la dimensión de su creencia global con acuerdos con terceros estados, incrementando los riesgos de errores de cálculo y decisiones imprudentes en momentos de crisis, como se señala a Corea del Norte, que puede tener muy cerca la capacidad nuclear y amenaza a Corea del Sur, a Japón y a sitios de interés estratégico de Estados Unidos en el Pacífico.

Hoy, con la “inteligencia artificial y la robótica” , las armas nucleares son más peligrosas y, en general, los sistemas de armas de destrucción masiva, como las químicas y las biológicas, porque la dependencia de tecnologías digitales introduce un nuevo y alarmante frente de riesgo. Un ciberataque dirigido a los sistemas de control nuclear podría provocar consecuencias devastadoras. Muchos gobiernos de América Latina han querido guardar silencio y solo pedir por la solución pacífica de las controversias, como lo establece la Carta de las Naciones Unidas en su artículo 33, y no parcializarse con ninguno de estos conflictos que son ajenos a nuestra región. Esto nos obliga a una profunda reflexión y, sobre todo, a la necesidad de recordar que América Latina y el Caribe firmamos el “Tratado de Proscripción de Armas Nucleares de América Latina y del Caribe”, el famoso Tratado de Tlatelolco.

En mi caso, fui funcionario diplomático en México y asistí a las reuniones permanentes donde el continente entero, al margen de partidos, políticas de gobierno e ideologías, estaba consciente de que este continente tenía que estar ajeno al desarrollo militar del átomo, sí al desarrollo pacífico de la energía atómica, pero dentro del criterio de condenar cualquier intento de guerra con armas atómicas en cualquier país e inclusive llamando a la paz, a la concordia y a la negociación. Lo que podría ser en este momento entre Irán e Israel es necesario.

Es fundamental “fortalecer los acuerdos internacionales en materia nuclear”, como el Tratado de No Proliferación Nuclear, y controlar más el comercio de tecnologías sensibles para evitar que las capacidades caigan en manos de actores que no participen activamente en la comunidad internacional y que respeten las leyes, normas y valores de la paz, la justicia y la libertad. En tal sentido, es vital el papel de la “educación global” que sensibilice a la comunidad académica y política sobre los riesgos que tienen las armas nucleares, promoviendo una cultura de paz y responsabilidad compartida.

Este tema lo tocaremos esta semana en la Universidad Central de Venezuela en un evento organizado sobre la cultura, la educación y la paz. Estos ataques que hemos visto en estas horas de Israel contra Irán y de Irán contra Israel van a configurar un Medio Oriente distinto, tal vez como lo fueron y así lo señalan algunos analistas internacionales, producto de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, donde todo cambió en esa región. Ya es una guerra más en el Medio Oriente, más allá de las de 1956, 1967, 1973, 1982 y la que estamos viendo en estos días desde el pasado viernes, que puede ser la peor de todos los conflictos y guerras en el Medio Oriente. Hay que esperar los resultados, sobre todo la actitud de Estados Unidos, que fue informado de este ataque, pero que tiene todavía la posibilidad de negociar con Irán y espera seguir reuniéndose, como la oferta que hizo el presidente Trump y la respuesta positiva de Irán. Pero es difícil, dentro de esta situación tan conflictiva, esperar que la diplomacia marche, pero es el único camino que queda, porque inclusive en los últimos momentos toda negociación es posible.

Sin embargo, nos preocupa el hecho de que Israel diga que va a continuar la lucha hasta eliminar totalmente la capacidad nuclear de Irán y que no pueda poseer armas nucleares, y que Irán lo ha provocado acelerando enormemente el enriquecimiento de uranio hasta alcanzar un nivel cercano al necesario para fabricar armas. Además, el hecho de que la Agencia Internacional de Energía Atómica declaró el jueves que Irán no estaba cumpliendo sus obligaciones, e Israel apuntando con armas al programa nuclear iraní varias veces en los últimos 15 años, pero eran declaraciones, y ahora es un hecho el ataque definitivo.

Igualmente, hay una pregunta técnica sobre si el bombardeo de Israel de las instalaciones de enriquecimiento nuclear, como el de Natanz, que está enterrada a gran profundidad, puede provocar ondas expansivas suficientes como para dañar los centros de centrifugación y de enriquecimiento de uranio. Y además, si Israel podría dañar el proyecto nuclear lo suficiente como para obligar a detener al menos temporalmente sus operaciones de enriquecimiento, y si Irán está dispuesto a aceptar la situación planteada por Israel o una respuesta mesurada para evitar mayores conflictos, todo es posible.

De igual manera, Irán ejerce desde hace muchos años, como dice la prensa latinoamericana, mucha influencia sobre Irak, Líbano, Siria y Yemen, pero también los grupos que no son chiitas, sino sunitas, que son la mayoría de gobiernos, el 70% de la población del Golfo tiene reservas sobre Irán, y esto incrementa más las tensiones. Hay que ver las reacciones de los países árabes de Persia, naturalmente, y de la comunidad internacional. El mundo entero aguarda con expectación las reacciones de Rusia, China, Estados Unidos y la Unión Europea. Es imperativo que estas potencias globalmente influyentes alcancen un acuerdo por la paz, y no permitan que se concrete la anunciada "guerra del fin del mundo" que tanto tememos.

Como enseñan las escuelas de diplomacia y también de ciencias políticas, hoy el imperativo en el plano internacional es el de la negociación y el diálogo entre culturas y civilizaciones , especialmente ante el peligro nuclear, la crisis económica, las pandemias, las amenazas del terrorismo y el fenómeno del calentamiento global. En este conflicto entre Israel e Irán, no queda alternativa alguna sino la negociación, la diplomacia, poder llegar a acuerdos fundamentales y respetarlos. Por eso, los países deben estar de acuerdo todos en el proceso de negociación y servir de intermediarios para soluciones de paz.

Creímos que las lecciones de la Primera y Segunda Guerra Mundial habían quedado grabadas de forma imborrable en la conciencia global. Sin embargo, la historia, con su cruel ironía, nos muestra un espejo distorsionado. Hoy, el tablero geopolítico ha cambiado drásticamente. Ya no son solo estados los que están en pugna, sino que la paz y seguridad de toda la comunidad mundial penden de un hilo, en manos de potencias nucleares que persiguen únicamente sus intereses, dejando de lado la necesaria fraternidad universal.

jcpineda01@gmail.com
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