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De la academia al algoritmo

Cuando DeepMind resolvió el antiguo problema de la estructura de las proteínas con AlphaFold, no solo impactó la biología. También marcó el desplazamiento simbólico del Nobel de Química hacia una empresa

  • RAFAEL RANGEL ALDAO

14/06/2025 05:03 am

El conocimiento de frontera ya no vive en las universidades. En el siglo XXI, la producción de ideas transformadoras ha migrado —silenciosa pero decisivamente— al sector privado, y en especial, a las grandes tecnológicas. Google, Meta, Microsoft o Amazon ya no solo codifican el mundo digital: ahora descifran los secretos de la vida, el lenguaje y la inteligencia. Cuando DeepMind resolvió el antiguo problema de la estructura de las proteínas con AlphaFold, no solo impactó la biología. También marcó el desplazamiento simbólico del Nobel de Química hacia una empresa. Algo similar ocurrió con el Nobel de Física 2024, que premió desarrollos en inteligencia artificial para modelar sistemas complejos: un campo dominado por centros privados con recursos casi ilimitados.

¿Por qué sucede esto? Porque la libertad cognitiva necesita capital. Las universidades se debaten entre burocracia, escasez y un sistema de incentivos que premia la repetición. Las big tech, en cambio, ofrecen lo contrario: datos masivos, cómputo extremo, libertad creativa y una promesa seductora de impacto inmediato. Y detrás de todo, una motivación poderosa: el financiamiento. No se trata de despreciar el ideal académico. Pero el prestigio simbólico ya no compite con la autonomía real, el alcance global ni la recompensa tangible. Hoy, un pequeño equipo en una empresa privada puede lograr lo que antes solo podían grandes centros de ciencia como el MIT o el MRC británico.

Todo ello redefine la geografía del conocimiento. Ya no basta con producir papers: hay que resolver problemas reales, conceptuales o prácticos, con velocidad y visión. El riesgo, claro, es enorme: ¿puede la ciencia mantenerse al servicio de la humanidad si responde al mercado? Las universidades enfrentan un dilema existencial: reinventarse o volverse irrelevantes. Solo si recuperan su vocación original —libre, interdisciplinaria y transformadora— podrán dialogar de tú a tú con la big tech. Porque allí, en ese nuevo territorio, se juega hoy el futuro del saber. Es una lección para todos los países, reinventarse o reordenar el sistema epistemológico actual, tal vez mediante asociaciones inéditas entre el sector académico y el privado que genera desarrollo y prosperidad socioeconómica.

@rrangelaldao
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