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A propósito del Esequibo

No puedo, ni debo, en mi condición de venezolano, historiador y diplomático, soslayar la realidad que define nuestra relación con este territorio: la Guayana Esequiba es el corazón de una reclamación histórica que Venezuela ha sostenido con firmeza

  • JULIO CÉSAR PINEDA

12/06/2025 05:05 am

Cuando uno, como venezolano que ha dedicado su vida al estudio de nuestra tierra y su historia, se adentra en la vasta extensión de nuestra Guayana Esequiba –esa región que hoy figura bajo la administración de la República Cooperativa de Guyana–, lo primero que embarga el espíritu es una mezcla de admiración por su inmensidad y un profundo sentido de pertenencia. No hablo solo de los casi 160.000 kilómetros cuadrados que representan una porción tan significativa del territorio al oeste del río Esequibo, sino de la densidad histórica, la riqueza natural y la complejidad humana que se anidan en esa imponente geografía, enclavada en la costa nororiental de nuestra América del Sur, allí donde la fachada atlántica de Venezuela se proyecta y donde nuestras fronteras ancestrales se encuentran con las de Brasil.

A lo largo de mis años, y a través del estudio riguroso de documentos y testimonios, he llegado a la convicción profunda de que la trascendencia de esta región para Venezuela va mucho más allá de los mapas; es una cuestión de identidad, de historia y de justicia. Su verdadero significado palpita en la vastedad de sus selvas tropicales húmedas, que son parte integral del pulmón amazónico y del Escudo Guayanés, ese macizo geológico que es cuna de nuestra soberanía. Reside en la promesa de sus ingentes recursos naturales –minerales que yacen en su subsuelo, maderas preciosas que se elevan como testigos del tiempo, un potencial hidroeléctrico considerable y, más recientemente, en esos extraordinarios yacimientos de petróleo y gas que han emergido de las profundidades oceánicas, añadiendo una nueva dimensión a su valor estratégico. Y, por supuesto, su importancia se aquilata en la presencia ancestral de diversas comunidades indígenas, cuyas raíces se hunden en esa tierra y cuyas voces merecen ser escuchadas en el marco de nuestros derechos irrenunciables.

No puedo, ni debo, en mi condición de venezolano, historiador y diplomático, soslayar la realidad que define nuestra relación con este territorio: la Guayana Esequiba es el corazón de una reclamación histórica que Venezuela ha sostenido con la firmeza que nos otorgan los títulos y la razón, una controversia que hoy se dirime en la Corte Internacional de Justicia, foro al que hemos acudido en defensa de nuestros legítimos derechos. Es imperativo reiterar que nuestra aspiración ha sido, es y será siempre la de alcanzar una solución práctica y mutuamente aceptable, a través de la negociación pacífica y la diplomacia, tal como lo establece el Acuerdo de Ginebra de 1966, instrumento jurídico que rige esta materia.

Dicho esto, y con el compromiso de ofrecer una perspectiva informada, en las páginas que siguen me propongo describir esta región tal como se presenta en la actualidad bajo la administración guyanesa. Mi intención es mantener una objetividad en el análisis de sus características geográficas, demográficas, económicas y socioambientales. Este ejercicio descriptivo, sin embargo, no implica en modo alguno una claudicación de nuestras convicciones ni un menoscabo de los derechos soberanos de Venezuela sobre el territorio Esequibo. Antes bien, busca ofrecer un conocimiento más profundo de una región que es, y siempre será, entrañablemente nuestra.

Así pues, el propósito que me anima al emprender esta narración es ofrecer al lector una visión lo más completa y factual posible, enriquecida por la perspectiva de quien ha vivido y estudiado estos temas por décadas. Busco desentrañar la geografía física de este espacio, comprender la composición y distribución de sus gentes, inventariar sus recursos y analizar la delicada situación socioambiental que se vive en su seno. Para ello, me basaré en fuentes creíbles y verificables, pero también en la reflexión que emana de una vida dedicada al servicio de Venezuela y a la comprensión de su historia y su destino. Acompáñeme, pues, en este recorrido por una tierra de singular belleza, de incalculable valor y de irrenunciable venezolanidad.

jcpineda01@gmail.com
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