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Ante Berruecos

Berruecos fue la puñalada más artera de la cobardía. Lo que no se atrevieron a realizar por sí mismos Santander, Páez, Mariño, Flores y otros, lo realizó el horroroso Obando, involucrado con en pérfido crimen

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

08/06/2025 05:02 am

Montaña de Berruecos… Berruecos doloroso, amargo, terrible, infame… Berruecos intrincado y oculto, infernal como un día el mismo Sucre señaló al marchar con las tropas en medio de aquellos lugares. Berruecos… no lejos de sus enemigos pastusos; Berruecos, lugar perfecto para el impío acto de un asesinato.

Allí un obelisco en su homenaje, una cruz, la nueva cruz americana donde se tendría que inmolar al más grande de los héroes. Era el escondite alevoso que habían escogido aquellos infames individuos al servicio del mal enviados por la envidia y la ambición.

En Popayán, la hermosa ciudad blanca de Colombia, en la casa de su amigo Mosquera, edificio colonial maravilloso que le albergó con señalado afecto, se le advirtió de los rumores que indicaban la probabilidad de un atentado. El ilustre anfitrión le recomendó al noble Sucre la conveniencia de un batallón que con él marchase en aquel territorio plagado de peligros y donde el mal se podría encontrar.

Pero aquel Libertador valiente para quien el miedo no existía, quien supo derrotar a los más insignes generales, oficiales, soldados de la invencible España, a quien la gloria coronó con frecuencia y los pueblos admiraban, desoyó aquel llamado y expresó como lo hacía siempre: “qué se cumpla el destino”, el destino que esta vez le sería adverso.

¿Por qué el previsivo Gran Mariscal no acogió aquel consejo?. Él que lo organizaba todo y se anticipó a todas las dificultades del terreno, de los climas y de los hombres ¿Por qué se conformó con tan escasa escolta de amigos y servidores? ¿Por qué no siguió, por ejemplo, la ruta del puerto de Buenaventura?. No lo sabemos definitivamente. Se dice porque deseaba encontrarse para el día de San Antonio; la premura también de llegar a su casa, a Quito, donde le aguardaban su mujer y su hija.

Sólo Dios sabía lo que el noble Gran Mariscal pensó superior a todos los peligros que en América encontró y ante los cuales advertía nuestras contradicciones, nuestras inconsecuencias, nuestros males, expresando con agudeza singular sus temores al futuro.

Sí, porque Sucre conoció como ninguno las amenazas del militarismo, de la ambición y de los atropellos que él solo podía detener, mientras que Bolívar decaía en medio de la tormenta de las pasiones y los odios que les rodeaban.

Sí de algo tenían aprehensión los enemigos de una Patria unificada, democrática y libre, era de que Sucre la sostuviera inflexible y severo ante los desmanes que se anticiparon, ya que él los enfrentaría con el valor y la templanza como lo hizo en Pichincha y Ayacucho; así como lo hizo en Tarqui contra los localismos; así como lo hizo en la presidencia de Bolivia; así como lo hizo ante el motín de Chuquisaca, y así como hubiera hecho en la propia Venezuela.

El alevoso crimen del 04 de junio de 1830 se gestó en los salones, en los conciliábulos, en los sanedrines de los traidores, entre la ingratitud de los malvados que temían en Sucre la prolongación de las ideas y de las acciones de Bolívar, tan firme como éste pero más joven, extraordinario militar, competente diplomático, jefe con notable autoridad quien alcanzó el respeto del soldado, el reconocimiento del magistrado, el amor de los pueblos, el respeto infalible de la historia.

Berruecos fue la puñalada más artera de la cobardía. Lo que no se atrevieron a realizar por sí mismos Santander, Páez, Mariño, Flores y otros, lo realizó el horroroso Obando, involucrado con en pérfido crimen.

Al conmemorarse este 04 de junio 195 años de su muerte, homenajeamos a Sucre por su historia, por su ejemplo, por su gloria; él es el más alto recuerdo que los pueblos de nuestro continente pueden tener; la lección más fecunda; la guía más certera de lo que debe ser nuestro camino de justicia, de virtud, de democracia, de derechos y de civilidad para el bien de nuestra América.

jfd599@gmail.com

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