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La sociedad líquida

La batalla conceptual y práctica a favor de la justicia, el equilibrio y de la defensa cultural, como la adopción de mecanismos para conseguir los objetivos, debe darse cada día

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

04/06/2025 05:03 am

Manuel Castells (La era de la información, la ciudad y los ciudadanos, La galaxia Internet) insiste, en un análisis volcado hacia lo comunicacional, en una “virtualidad real”, es decir, los símbolos se convierten en experiencia real que cambia el concepto de poder y hasta la razón lógica. Es algo que podríamos llamar con Zigmunt Bauman (Liquid modernization, Globalization. The human consequences), el fin de la geografía, un fin que afecta desde el amor y los vínculos humanos hasta el arte mismo.

Estamos, pues, ante una situación que hemos denominado de multiculturalismo lo que requiere una mirada multidimensional. Y, obviamente, ese rescate rechaza lo global como simple homogeneización. Al fin y al cabo, lo global multiplica las interdependencias.

Frederic Munné, (De la globalización del mundo a la globalización de la mente) analiza el tema manejando puntos como las relaciones no lineales, dinámica caótica, organización autógena, desarrollo fractal y delimitación borrosa. Brevemente: la globalización no es una sucesión lineal de causas y efectos, de manera que hay que leerlo como un hipertexto, insiste Munné, señalando que “un contexto lineal o no lineal muestra realidades distintas: en aquél, la incertidumbre es desconocimiento que emana de la información faltante, mientras que en este pasa a ser fuente de conocimiento en tanto que emana de la información emergente”.

No olvidamos serios problemas, como la concentración de un monopolio tecnológico, los derechos de propiedad intelectual, las patentes o hasta las acciones intencionales y planificadas dirigidas a absorber o a implantar. Hay que ejercer la defensa y ello pasa por la selección de lo que se quiere absorber lo que permita reestructurar en beneficio de un desarrollo humano sostenido.

Tomemos, a manera de ejemplo, una institución, la “Organización mundial de propiedad intelectual” y vayamos hacia la llamada “Declaración de Ginebra”. Allí se advierte con claridad meridiana sobre el no acceso a medicamentos esenciales, sobre una desigualdad moralmente inaceptable en el acceso a la educación, al conocimiento y a la tecnología; sobre prácticas anticompetitivas en la economía del conocimiento; la concentración de la propiedad de los recursos biológicos y culturales; sobre como los intereses privados malversan los bienes sociales y públicos. Resaltan, en la otra cara de la moneda, campañas exitosas para el acceso a medicamentos para combatir el SIDA, bases de datos sobre el genoma humano, proyectos de software libre y de código abierto. Y proponen sistemas alternativos de redistribución para permitir el acceso a los trabajos culturales, reglas de responsabilidad compensatoria, formas de evitar el uso monopólico en la ciencia y en la tecnología y asoma una agenda para el desarrollo y la defensa.

La batalla conceptual y práctica a favor de la justicia, el equilibrio y de la defensa cultural, como la adopción de mecanismos para conseguir los objetivos, debe darse cada día.

@tlopezmelendez
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