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La visión de los padres de Europa: Una inspiración para América Latina

Esperemos que en América Latina seamos cada vez más las voces que reconocemos la necesidad de impulsar, unificar y madurar nuestros procesos de integración regional, comprendiendo nuestros desafíos comunes e impulsando una agenda de cooperación

  • DYLAN J. PEREIRA

31/05/2025 05:00 am

La Unión Europea como paradigma de integración que nace como un proyecto de paz -en la posguerra en medio de un continente devastado estructural, social y moralmente- es resultado de un esfuerzo colectivo regional basado en principios y valores comunes -como la justicia, la libertad, el respeto por el Estado de Derecho y los Derechos Humanos- orientados a la construcción de un espacio de seguridad, paz y prosperidad compartida, reflejado en aquel mítico discurso del canciller francés Rober Schuman el 9 de mayo de 1950. Resulta interesante obtener una visión institucionalizada de la vida y obra de los llamados padres de Europa abordando sus principales aportes al proceso de integración europeo.
 
Konrad Adenauer quien de 1949 a 1963, luego de haber experimentado la persecución política, se convertía en el primer Canciller de la República Federal de Alemania tuvo gran influencia, puesto que “las experiencias de Adenauer durante la Segunda Guerra Mundial hicieron de él un político realista. Su visión del papel de Alemania en Europa estaba profundamente influida por las dos Guerras Mundiales y la enemistad secular entre Alemania y Francia. Por consiguiente, se centró́ en el fomento de la idea de cooperación paneuropea (…) Adenauer fue un gran defensor de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, propuesta el 9 de mayo de 1950 en la Declaración Schuman, y del posterior Tratado de la Comunidad Económica Europea en marzo de 1957.” (Comisión Europea, 2013). Promovió grandes esfuerzos por la reconciliación Francoalemana sellada en el Tratado del Elíseo de 1963, siendo posteriormente un pilar de la integración y ampliación del proceso europeo.

Por su parte Joseph Bech, político luxemburgués y ministro de exteriores de dicho país, en el contexto de la declaración Robert Schuman orientada a la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) siendo de hecho Luxemburgo la sede la Alta Autoridad de la CECA, jugó un papel fundamental en la Conferencia celebrada en la ciudad italiana de Mesina en 1955 que sentaría las bases del posterior Tratado de Roma de 1957, así como resaltar la necesidad de cooperación en sectores críticos como transporte, energía, y desarrollo nuclear. La visión de Bech asentaría la necesidad de que Estados pequeños europeos pudiesen cooperar en un marco articulado de coordinación y responsabilidad mutua.
 
Johan Willem Beyen, político neerlandés sería el artífice del Plan Beyen que cimentaría las columnas de una unión aduanera y un venidero mercado común sostenido en la cooperación económica entre los Estados miembros.

Winston Churchill, primer ministro británico (1940-1945) (1950-1955) apuntaba a la erradicación de los nacionalismos que habrían sido cruciales en el estallido de las guerras mundiales, y del belicismo bajo el lema de los “Estados Unidos de Europa” con miras a una “familia europea” que sería el germen para la creación en mayo de 1949 del Consejo de Europa hoy con sede en Estrasburgo. Ahora bien, esta instancia se puede enmarcar en los estándares tradicionales de un organismo internacional, pero en ningún caso defendía un proceso de integración tan ambicioso como el que planteó Schuman.

Alcide de Gasperi político de gran trascendencia para Italia y Europa en procesos como la reconstrucción de Italia tras el fin de la Segunda Guerra Mundial que asumía había plasmado una lección al continente «el futuro no se construirá́ por la fuerza ni por el afán de conquista, sino por la paciente aplicación del método democrático, el espíritu de consenso constructivo y el respeto de la libertad». En esta declaración política se concentran tres vectores que han guiado la integración europea, a saber, el Estado de Derecho, la democracia, y la cultura del consenso. Lideró esfuerzos por una política de defensa europea común que no contó con la aprobación de Francia y que paradójicamente hoy supone a una necesidad vital cuando la guerra vuelve a estar en las fronteras europeas. Gasperi contribuyó ampliamente a la consecución del Tratado de Roma de 1957, forjado bajo la dirección de la complementariedad entre los Estados miembros, principio contenido en los subsiguientes tratados.

Walter Hallstein -tras la ratificación plena del Tratado de Roma- se convierte en el primer presidente de la Comisión Europea en el período 1958-1967. Su doctrina determinó el nacimiento de un Derecho europeo, y un defensor acérrimo de instituciones comunitarias fuertes, a saber, la Comisión y el Parlamento, que generó enfrentamientos con otros liderazgos nacionales como el del presidente Charles de Gaulle, con episodios como la denominada “crisis de la silla vacía” en 1965 cuando Francia retiraba de las instituciones a sus delegados.

Naturalmente este repaso por los padres de Europa debe incluir las figuras de dos notables, Jean Monnet -primer presidente de la CECA- y Robert Schuman. La figura de Monnet, un hombre que estudió hasta los 16 años pero que a lo largo de su vida se involucró en la esfera comercial con grandes éxitos, forjando un carácter pragmático y un olfato político que le permitió escalar en las esferas de poder llegando a asesorar al presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt en la compra de armamento durante la IIGM, o la coordinación del Comité franco-británico; su estancia en EEUU permeó en la visión pro-federalista de Monnet que tendría importantes implicaciones en su acción pan-europea posterior. Jean Monnet tuvo la habilidad política, personal y social de entablar puntos álgidos en las relaciones transatlánticas, pero también una comunicación estratégica y el balance correcto de intereses a nivel europeo para coadyuvar las condiciones indispensables para que cuajase el ideal de la integración europea.

En contraparte, Robert Schuman era político y jurista. El complemento ideal de Monnet. El hecho de ser alsaciano, territorio en disputa entre Francia y Alemania le confirió la capacidad de hablar ambos idiomas y haber tenido ambas nacionalidades según la Alsacia era conquistada por Alemania o recuperada por Francia; esto sin lugar a duda nos deja entrever el papel de su biografía en su acción política.

En efecto, la Comisión Europea (2013) describe a Robert Schuman como “el arquitecto del proyecto de integración europea” y un promotor esencial de la reconciliación francoalemana. La Declaración Schuman del 9 de mayo de 1950, planteaba un modelo de cooperación diseñado para crear intereses compartidos entre los Estados miembros orientado a la pacificación, facilitando el terreno político y las condiciones propicias para el Tratado de París de 1951, con el que nacería la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.

Schuman gozaba de unas características personales y de liderazgos que encalzaban perfectamente con las necesidades del momento; siguiendo a la profesora Muñoz Martínez (2012), Schuman era austero, con un sentido de humildad y discreción notorio, un alto sentido del deber, visionario con ambición de crear un proyecto futuro con imaginación y audacia, pero con un gran compromiso con la realidad y la fuerza de sus convicciones.

Autores como Manuel Saiz (2007) han reflexionado sobre la visión democratacristiana, con importantes referencias socialdemócratas, de los padres de Europa acorde a las nociones y principios del humanismo como la dignidad humana y el bien común. A su vez, el “principio de solidaridad” recogido en la declaración Schuman sería la piedra angular de la unificación europea anclado a la generación de interdependencias y de beneficios mutuos que persigue en última instancia un fin político con un destino compartido que se vio reflejado en documentos tan importantes como el Tratado de Roma.

Esperemos que en América Latina seamos cada vez más las voces que reconocemos la necesidad de impulsar, unificar y madurar nuestros procesos de integración regional, comprendiendo nuestros desafíos comunes e impulsando una agenda de cooperación franca, técnica y humanística capaz de abordarlos y crear un futuro de fraternidad y prosperidad compartida.

Dylanjpereira01@gmail.com 
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