Apenas con 25 años, ya era jefe del Laboratorio del Hospital Vargas. Dominaba el microscopio como una extensión de su pensamiento. Era su ventana al mundo invisible: bacterias, tejidos, y parásitos. En 1902, cuando estudiantes de medicina lo interrogaban sobre su prestigio, él lo atribuía al dominio de la instrumentación científica y del laboratorio. No era magia, era ciencia. Hoy, más de un siglo después, la microscopía de Rangel tiene su equivalente en la inteligencia artificial generativa y los modelos de lenguaje (LLMs). En 2025, entender la biomedicina moderna exige nuevas competencias: big data, genómica, epidemiología molecular, análisis computacional de imágenes, microbiota, y sistemas complejos de salud. Y, sin embargo, ni en Venezuela ni en la mayoría del mundo se imparten aún estas disciplinas de frontera en las escuelas de medicina.

De allí la vigencia del “Método Rangel”. Hoy como entonces, el acceso al conocimiento ya no está restringido a una élite académica. Basta con saber dónde buscar: conferencias en YouTube, entrevistas en streaming, podcasts, artículos de libre acceso, TedTalks, foros de código abierto y recursos de instituciones como Microsoft, Google, Amazon, Nvidia, DeepSeek AI (China), y universidades como Stanford, Harvard, MIT, Caltech, Columbia y Cambridge.

El autodidacta Rangel del siglo XXI no estudia histología con un microscopio Zeiss, sino que entrena modelos de IA, interpreta datasets genómicos, visualiza redes microbianas o simula escenarios clínicos en sistemas complejos. Pero la actitud es la misma: curiosidad rigurosa, trabajo disciplinado, y apertura total al conocimiento global. Rangel no fue un genio aislado. Fue un modelo reproducible. Lo que él hizo con los medios de 1902, lo podemos hacer hoy con los recursos de 2025. Y en un país como Venezuela, esa vía del autoaprendizaje radical no es una excepción: es la estrategia más realista, eficaz y urgente para formar médicos de frontera.

@rrangelaldao