Espacio publicitario

Votar es acción

La historia la escriben quienes se involucran. Es un riesgo, sí; pero también es una puerta abierta a la esperanza. A una esperanza basada en situaciones que se están poniendo en movimiento. No hay caminos fáciles, pero sí hay caminos posibles

  • DAVID UZCÁTEGUI

30/05/2025 05:04 am

El pasado domingo 25 de mayo, decidimos unirnos a los venezolanos que acudieron a las urnas para elegir autoridades regionales y legislativas. Lo hicimos con determinación, aunque también con conciencia de que el camino que se abre es incierto. Cierto es que votar no resuelve por sí solo los problemas estructurales del país, ni disipa de inmediato las sombras que pesan sobre nuestra cotidianidad ciudadana. Pero participar, elegir, accionar, sí representa un paso necesario en la dirección correcta. Elegimos actuar, sabiendo que solo la acción puede movernos del lugar en el que estamos.

A quienes decidimos participar en estas elecciones, se nos han endilgado los más diversos calificativos, que no viene al caso mencionar. Pero votar es sinónimo de no rendirse: votar es reafirmar una convicción, es un acto de coherencia con quienes creemos en la política como herramienta para la transformación pacífica, democrática y participativa del país. Ejercer el voto es la forma más clara que tiene una ciudadanía para decir "yo estoy aquí", "yo decido", "yo no cedo mi voz".

La abstención, en cambio, no construye. Y lo decimos con pleno respeto, con total responsabilidad. No hay evidencia, en ninguna parte del mundo, de que el no votar provoque transformaciones democráticas. En Venezuela, ya hemos sido testigos de cinco llamados a la abstención en momentos claves: 2005, 2017, 2018, 2020 y ahora en 2025. En todas esas ocasiones, el resultado fue el mismo: el poder se quedó en manos de quienes ya lo tenían, y las posibilidades de construir una alternativa se debilitaron aún más. Privamos a liderazgos emergentes de comenzar una carrera de servicio público que los pueda conducir a ser parte de una solución. Por eso siempre hemos votado. Porque en situaciones como la nuestra, este acto cívico es el único instrumento que tenemos para poner en movimiento fuerzas a las cuales apostamos y que pueden cambiar la situación.

Quienes decidimos ejercer nuestro derecho al voto lo hicimos entendiendo que, si bien no sabemos con certeza a dónde nos llevará el accionar, sí sabemos con certeza que no hacer nada solo garantiza que todo siga igual, o peor. Votar es elegir el movimiento. Es aceptar que hay que empujar los cambios desde dentro, con las herramientas que tenemos a nuestro alcance. Es un acto de rebeldía serena y profundamente política frente a una alternativa que consideramos inaceptable.

Sabemos que este camino está lleno de obstáculos. Sabemos que hay quienes nos juzgan y condenan. Y entendemos —con total honestidad— las razones de quienes piensan distinto. El respeto es parte fundamental de cualquier convivencia democrática. Aunque no compartimos su decisión, jamás hemos atacado ni descalificado a quienes eligieron no participar. Creemos en el entendimiento, incluso dentro de la disidencia. No hay manera de avanzar si no aprendemos a convivir con quienes desean lo mismo que nosotros —un país más justo, libre y próspero— aunque no compartamos las estrategias para alcanzarlo.

Y solamente desde allí vamos a poder alcanzar algún día a quienes se encuentren totalmente en las antípodas de nuestras posiciones.

Los venezolanos estamos agotados de divisiones, de purismos estériles, de señalamientos entre quienes estamos, en el fondo, del mismo lado. Somos una gran mayoría quienes queremos progreso, paz, reconciliación y la sanación de heridas que llevan décadas abiertas. La vía para lograrlo no es la polarización, ni la inacción, ni la descalificación del otro. Es la participación activa, la construcción colectiva, y sí, el fortalecimiento de los mecanismos democráticos, por imperfectos que sean hoy.

Creemos en el voto porque es la base de cualquier democracia. No basta con reclamar libertades, hay que ejercerlas. No basta con exigir derechos, hay que practicarlos. La coherencia implica actuar de acuerdo con nuestros valores. Y si decimos que creemos en la democracia, entonces no podemos ausentarnos de ella cuando el escenario no es el ideal. La política no se construye con condiciones perfectas; se construye en la realidad que tenemos, y con la convicción de transformarla.

Votar también es una forma de exigir. Con nuestro voto, no solo elegimos diputados y gobernadores; también mandamos un mensaje claro: que estamos presentes, que estamos atentos, que queremos soluciones. Que hay una sociedad viva que no ha renunciado a su papel.

Porque creemos que Venezuela merece algo más que el estancamiento. Porque nos negamos a entregar nuestra voz a otros.

La historia la escriben quienes se involucran. Es un riesgo, sí; pero también es una puerta abierta a la esperanza. A una esperanza basada en situaciones que se están poniendo en movimiento. No hay caminos fáciles, pero sí hay caminos posibles. Y este que emprendimos, ya empezó.
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario