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De nuestra educación

La rápida obsolescencia del conocimiento, generada por los continuos avances en todos los campos del saber, hace que sea inútil incorporar datos que van a caducar. Por eso la atención debe centrarse en saber localizar la información

  • LINDA D'AMBROSIO

26/05/2025 05:03 am

Me inicié en la Educación Superior dando traspiés. Ni siquiera los innumerables tests con los que intentaron medio orientarme en el colegio fueron capaces de iluminar un camino, un área siquiera para mi desarrollo. Entre mi primera carrera y la última, mediaron varios años de dudas, incomodidad y preocupación. Me ha llevado décadas ir afinando mi vocación, que es la gente. Y como la gente es el común denominador de tantas cosas, mi atención y mi actividad se dispersan, se diversifican.

Pero soy, ante todo educadora: eso estudié, en eso me forjé, en una época en que la tecnología educativa tenía más que ver con el diseño instruccional, con definir cómo iban a aprender las personas, que con la utilización de recursos tecnológicos para facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje, dos ideas que han terminado por converger en el tiempo.

Hago esta observación porque una oleada general de consternación apunta hacia las deficiencias de los estudiantes que ingresan en las universidades venezolanas, y me anticipo a señalar que esos son los frutos de la hambruna y la inestabilidad de la década pasada, hoy aparentemente superadas. ¿En manos de quién está el futuro? ¿Cuál es la generación de relevo llamada a hacerse cargo del país?

La UNESCO, la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional y diversas Organizaciones No Gubernamentales como Provea y CODESA han expresado su preocupación sobre la situación educativa en el país.

Varios son los males diagnosticados: deficiencias en los conocimientos básicos, problemas de lectoescritura, baja tolerancia da la frustración (un rasgo compartido con los estudiantes de muchos otros países) altos niveles de deserción y poca dedicación al estudio, ya que muchos deben compatibilizar su formación con trabajos de medio tiempo, lo que puede afectar su rendimiento académico.

Y yo necesito hacer ciertos señalamientos.

Invoco a Paulo Freire, quien enfatizaba que era inútil “la educación bancaria”, esa que se basaba en hacer “depósitos” de conocimientos en los estudiantes, porque el aprendizaje no se produce desde afuera, sino desde adentro. Una educación eficiente debería centrarse en desarrollar las capacidades para adquirir información, no en los contenidos. La rápida obsolescencia del conocimiento, generada por los continuos avances en todos los campos del saber, hace que sea inútil incorporar datos que van a caducar. Por eso la atención debe centrarse en saber localizar la información, en saber interpretarla, no en memorizar datos caducos. Ya en los años setenta se hablaba de “aprender a aprender”. Pero mucho antes, Simón Rodríguez había señalado: “El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda a aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda (…) Quien sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que aprende después, porque enseñó a aprender”.

Una reforma del currículo, que salve los problemas de comprensión lectora, que fomente el desarrollo del pensamiento lógico, del pensamiento abstracto y de las habilidades matemáticas, con diversas opciones que permitan a cada persona explorar y crecer en el sentido que lo dicten sus aptitudes, es necesaria, en lugar de “entubar” a la población por un único cauce, es urgente.

En este mismo orden de ideas, es necesario superar la llamada brecha digital. La información está en el aire: solo es preciso acceder a ella y aprender a usarla. Es preciso garantizar el internet gratuito en escuelas y comunidades a través de alianzas con empresas públicas y privadas, así como el acceso a dispositivos electrónicos en los centros educativos.

De momento la opción ha sido recurrir a mecanismos compensatorios, como cursos de nivelación y propedéuticos, pero hay que dirigir la mirada hacia lo que viene, atendiendo a los problemas de fondo, garantizando una condiciones favorables para el desarrollo de las nuevas generaciones, más allá de una adecuada infraestructura escolar y del personal docente, consustanciado con ciertos valores y metas.

linda.dambrosiom@gmail.com
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