La mujer venezolana ha tenido una presencia en nuestras páginas patrias y, en el caso que mencionamos esta semana, Enriqueta Arvelo Larriva es una barinesa que muestra el papel de la poesía en el acontecer nacional. De familia de poetas, su desarrollo era propicio para desenvolverse en un contexto cercano al campo literario. Con una formación autodidacta, como muchos otros escritores de esa época, Enriqueta Arvelo Larriva da sus primeros pasos y logra materializar un espacio dentro de la literatura venezolana. Forma parte de la comunidad de escritores denominada Generación del 18. En su obra está siempre presente la referencia al paisaje de los altos llanos occidentales, al igual que con sus reseñas familiares y cotidianas. Aunque se vuelca hacia lo descriptivo, su poesía nos asoma una expresión e internalización de la actualidad.
En 1939, compone El cristal nervioso, con el que consigue el primer premio del Concurso Femenino Venezolano, presentado por la Asociación Cultural Interamericana, en 1941. La obra incluye poemas elaborados desde 1922 a 1930. Voz aislada, publicada en 1939, reúne los poemas de 1930 a 1939. Escribe Poemas de una pena (1942) y Canto del recuento (1949), como recuerdo a su padre y hermano, respectivamente.
Desde 1945 reside en Caracas y se une al cuerpo de colaboradores literarios varios periódicos. Se incorpora regionalmente en política en su estado natal a finales de los 1940 y como suplente a la Asamblea Constituyente en el año 1947. En la última etapa de su trabajo y de su vida, recogió en Caracas el Premio Municipal de Poesía (1962).
Acerquémonos a esta escritora que con su esfuerzo nos presentó un espacio poético plural.
@RafaelMartinezN
@RafaelMartinezN
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones