Cervantes otra vez
¡Qué maravillosa universalidad la de Cervantes y la de su: “Quijote”! Su grandeza ha trascendido los siglos y es un monumento de nuestra identidad irrenunciable y superior
Cuando el escritor español don Vicente Clavel Andrés propuso en 1923 la instauración del día del libro como homenaje inmortal a Cervantes, y el ilustre Rey Alfonzo XIII aprobó tres años después, se inauguraba en el mundo hispano una tradición maravillosa que impactó en la cultura nuestra y del mundo en general para recordarnos el valor inconmensurable y permanente del idioma, de las letras, del pensamiento como valor universal del hombre.
¡Cervantes…! quien no nos es extraño por ser parte de nosotros mismos por llevar en la sangre y en la historia, en la identidad y en el idioma los elementos indisolubles de lo hispano. ¡Cervantes…! qué es España y es América también cuando recordamos y testificamos que aquel autor maravilloso del “Quijote” era a su vez otro Quijote que aspiraba, tal y como lo expresó una vez: “pasarse a las Indias”, atraído como señalamos por posiciones y fortuna al pedir en 1590 al Rey venir a América que era la esperanza de España para alcanzar lo que en la propia Península negaba.
Aquel don Miguel que se definía el mismo como: “hombre hidalgo, y muy pobre, que no tiene bienes ningunos” y que, sin embargo, era más allá de los bienes terrenales, genio superior de las ideas, del pensamiento, de la literatura y que escribió la obra más trascendental de nuestra lengua, la cual se matizaba entre el castellano culto del renacimiento y el habla popular de los cabreros, de los campesinos, de los hombres de las tabernas, de los hombres iletrados de España de su tiempo.
¡Qué rico y admirable es el texto del: “Quijote” al analizarlo en todas las maneras como expresión de su tiempo, de su ambiente, de sus lugares, de sus raíces, de su entorno, de su gente, que se proyecta sobre la hispanidad y sobre el mundo…!
Cuando algunos parecen denegar de nuestro origen real y nuestra tradición como parte indisoluble del mundo Occidental, y nos precipitan hacia lo que no somos ni seremos intentando desnaturalizar y destruir los siglos de cultura que nos forman, el inmortal don Quijote y más su autor don Miguel de Cervantes, aquel que en la batalla de Lepanto demostró su valor, herido y lacerado terriblemente, estuvo luchando precisamente por el Cristianismo, por el mundo Occidental del que formamos parte legítimamente en contra del Imperio Otomano invasor que pretendía dominar el Mediterráneo y alcanzar la península.
En doble forma, por su vida y por las letras, por su heroísmo y por su causa, por sus sueños y lecciones, por España y por nosotros, en definitiva, aquel don Miguel de Cervantes -quien estuvo dispuesto a morir como buen soldado-, contribuyó a salvar lo que es nuestra cultura la cual de hace siglos nos identifica y nos distingue en grado superlativo por los valores que representamos. Gracias al sostenimiento de Occidente por ese y por otros hechos posteriores, no llegamos a ser en definitiva cristianos esclavizados y obligados a convertirnos al Islam.
Sin embargo, sí bien Cervantes como hombre español defendió a su cultura y a su Rey, en el mismo y en el texto del: “Quijote” y en su obra en general, nos dio la gran lección de haber asimilado y entendido parte de aquella cultura que le rodeaba durante su prolongada prisión en Argel.
Este elemento, sin duda, universaliza más a la obra de Cervantes y, en tal sentido, autores destacados de sus textos encuentran en ellos algunos elementos de raíz árabe sin dejar de ser mayoritariamente nuestra, y al respecto citemos la expresión de Francisco Navarro Ledesma quien afirma: "Digno de notarse también que rara vez expresa Cervantes antipatía ni odio contra los moros en general, mientras que las acerbidades de su pluma suele reservarlas para los judíos y los renegados".
Es muy posible, en consecuencia, que Cervantes tuvo conocimiento de la lengua árabe y que asimiló entonces parte de su cultura. Salvó su vida el hecho de haberse encontrado entre sus cosas cartas de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, hizo suponer a sus captores que era hombre de gran valía en España y que por él se podía obtener un gran rescate.
¡Qué maravillosa universalidad la de Cervantes y la de su: “Quijote”! Su grandeza ha trascendido los siglos y es un monumento de nuestra identidad irrenunciable y superior: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida…”.
Allí está por esa y por otras fuentes abundantes y plenas de significados, la razón fundamental de nuestra cultura a la que no podemos renunciar.
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