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Un punto de vista

Algunos actores medirán el costo de oponerse a esta avalancha política que está planteando el presidente Trump; otros tratarán de asociarse con sus planteamientos y políticas y un grupo de terceros países tratará de permanecer neutral

  • CARLOS A. ROMERO

20/04/2025 05:01 am

Las relaciones internacionales de América Latina y el Caribe han oscilado entre su dimensión regional y su dimensión global. Por una parte, la presencia de los Estados Unidos ha marcado esos momentos en donde ha prevalecido una visión hemisférica y reducida de esas relaciones, con la aplicación de la Doctrina Monroe y del Corolario Roosevelt. Por la otra y en no pocas ocasiones ha dominado una visión mundial en la cual la región ha promovido su relevancia y su internacionalización. (La Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la integración económica).

En este contexto, el segundo gobierno del presidente Trump está tratando de combinar ambas dimensiones. En una primera fase de su gestión, pareciera que los Estados Unidos está probando en nuestra región sus fines y objetivos de lo que se considera una “nueva” política exterior basada en un realismo y pragmatismo que corresponde a la idea de un país superior al resto de las naciones. De ahí de que se pueda considerar que la Casa Blanca está revaluando la tesis de un mundo unipolar frente a la tesis de un mundo multipolar defendida esta por China, Rusia y otros actores no estatales.

Dichos cambios afectan a los gobiernos en la región, que deben decidir si apoyan o no esas iniciativas de Washington, lo que lleva a una falta de consenso político y a un desequilibrio en cuanto a su integración económica. De hecho, no todos los gobiernos responden de la misma manera a las exigencias del gobierno Trump en cuanto a los temas de las migraciones, el combate al narcotráfico, los derechos humanos, el tema ambiental, el uso de la institución militar en labores policiales, la ayuda al desarrollo y la política interna.

Hoy, junto con la política exterior, la política doméstica de los Estados Unidos también está cuestionada de manera abrumadora ya que en los primeros meses de la administración Trump se han destacado por un proceso personalista y cuasi-legal que pone en cuestionamiento los valores e historia de un país considerado como democrático y respetuoso de la constitución y de las leyes.

En este sentido, el tratamiento de temas como la migración, el ambiente, la cooperación internacional, el uso indiscriminado de las sanciones económicas, el apoyo abierto a Israel, van dejando al descubierto una manera de hacer política que se aleja de la tradición republicana y bipartidista de los Estados Unidos.

La necesidad de un reacomodo por parte de los países latinoamericanos y caribeños es de carácter urgente. Algunos actores medirán el costo de oponerse a esta avalancha política que está planteando el presidente Trump; otros tratarán de asociarse con sus planteamientos y políticas y un grupo de terceros países tratará de permanecer neutral. Lo que sí es cierto es que las exigencias y compromisos de la Casa Blanca son muy variados, pero comprometedores. Nadie se puede escapar de la necesidad de responder a esa nueva agenda. Mientras tanto, estos cambios generan múltiples crisis y un margen de incertidumbre muy alto. ¡Vamos a ver!

romecan53@hotmail.com
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