Gerencia y memoria histórica
Una forma de preservar la memoria histórica es el estímulo de la comunicación intergeneracional, de tal forma que se transmitan principios y valores organizacionales y personales de generación a generación
José Saramago, escritor portugués, Premio Nobel de Literatura en 1998, escribió que “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza en el olvido y se termina en la indiferencia” y por otra parte de la paremiología nos llega un viejo refrán que nos recuerda que “las cosas por sabidas se callan, y por calladas se olvidan”.
La memoria histórica es una condición que se debe cultivar para desarrollar una buena gerencia, ya que es un factor que puede condicionar el éxito o el fracaso gerencial. La utilización racional de las experiencias, positivas o negativas, derivada del análisis de hechos pasados, puede ser una herramienta muy útil para el diseño de estrategias del presente. La repetición de errores puede ser consecuencia de olvidar y no utilizar las lecciones de hechos ocurridos previamente. El reconocimiento de la memoria histórica de una organización, además de ser una fuente de aprendizaje para la actuación en el presente con visión de futuro, puede fortalecer su identidad y fomentar el sentido de pertenencia entre los trabajadores.
La memoria histórica es una condición que se debe cultivar para desarrollar una buena gerencia, ya que es un factor que puede condicionar el éxito o el fracaso gerencial. La utilización racional de las experiencias, positivas o negativas, derivada del análisis de hechos pasados, puede ser una herramienta muy útil para el diseño de estrategias del presente. La repetición de errores puede ser consecuencia de olvidar y no utilizar las lecciones de hechos ocurridos previamente. El reconocimiento de la memoria histórica de una organización, además de ser una fuente de aprendizaje para la actuación en el presente con visión de futuro, puede fortalecer su identidad y fomentar el sentido de pertenencia entre los trabajadores.
En términos de medicina, la “amnesia” entendida como la “pérdida parcial o total de la capacidad de recordar experiencias o eventos” con el calificativo de histórica, o sea, “amnesia histórica” se refiere al desconocimiento, por olvido o por ignorancia, de hechos relevantes que ocurrieron en la historia de una organización o de una persona, lo cual trae como consecuencia negativa la dificultad del aprendizaje del pasado, con el resultado de la repetición de errores previos. Otro aspecto importante que debe señalarse al analizar la repercusión de la amnesia histórica, es la dificultad de lograr un análisis objetivo de los hechos del presente debido a la incapacidad de conectar causalmente los acontecimientos de hoy con lo ocurrido ayer, en función de lo que se debe hacer mañana, mediante estrategias globales que contemplen que todo potencialmente puede estar vinculado con todo.
Una forma de preservar la memoria histórica es el estímulo de la comunicación intergeneracional, de tal forma que se transmitan principios y valores organizacionales y personales de generación a generación, lo cual contribuye a preservar el legado institucional. Pueden ser útiles estrategias educacionales por diferentes medios, orientadas a fomentar el vínculo con las raíces conceptuales de la organización, que destaquen su importancia independientemente de los avances tecnológicos. El estudio e investigación de otras organizaciones similares, puede contribuir a un mejor entendimiento del pasado y presente, de tal forma que las fórmulas de propuestas para el futuro sean más integrales y globales. En esta línea de pensamiento, algunos autores como David Garvin, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, proponen el estudio de casos para evaluar la forma como las empresas pueden utilizar su memoria histórica para mejorar procesos y resultados, lo cual genera una cultura de aprendizaje organizacional.
Un aspecto adicional que incorpora la memoria histórica organizacional es la capacidad de innovación. Clayton Christensen, experto mundial en innovación y crecimiento, profesor en la Escuela de Negocios de Harvard, resalta la importancia de “entender el pasado para anticipar el futuro y plantea que las empresas pueden aprender de su historia para adaptarse y prosperar en un entorno cambiante”. En los últimos años, desarrolló la teoría de "innovación disruptiva" con especial énfasis en temas como educación y la salud, en la cual destaca que pequeños cambios innovadores, pueden tener un gran impacto positivo en el futuro.
Bartolomé Finizola Celli
ascardio.coordinacion@gmail.com
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