Tensiones comerciales y geopolítica
El futuro de la actividad económica internacional es incierto y, dentro de esta falta de certeza, el uso generalizado de restricciones a las exportaciones será el reflejo de una lucha por el poder geoeconómico y geopolítico
Las restricciones a las exportaciones de materias primas y tecnología suelen justificarse por la necesidad de promover industrias esenciales para la actividad económica de un país, generar una fuente segura de ingresos, proteger el medio ambiente y salvaguardar la seguridad nacional. Sin embargo, en la actualidad es muy evidente que existen motivaciones adicionales, como el deseo de obtener ventaja sobre rivales geopolíticos y reducir la competencia a los productores nacionales. En este sentido, los gobiernos insisten en dichos argumentos para tomar medidas proteccionistas que distorsionan el comercio internacional.
Ejemplos recientes han sido las restricciones implementadas por el Gobierno japonés a la exportación de semiconductores a Corea del Sur en 2019; las prohibiciones de exportación de vacunas y productos médicos que muchos países implementaron durante la pandemia del COVID-19; las restricciones rusas a exportaciones agrícolas, minerales, petróleo y gas durante la guerra en Ucrania; entre otras. Durante 2021 y 2023, de acuerdo con datos de la OMC, el mundo ha evidenciado el uso, en promedio, de más de 110 restricciones al comercio internacional por año.
Y como corolario de este contexto plagado de controversias comerciales, en diciembre de 2024, China prohibió las exportaciones de materias primas esenciales a los Estados Unidos. Medida previsible dado el valor estratégico de las tierras raras, como el galio, el germanio, el antimonio y el grafito, en la producción de semiconductores, baterías eléctricas y armamento.
Ejemplos recientes han sido las restricciones implementadas por el Gobierno japonés a la exportación de semiconductores a Corea del Sur en 2019; las prohibiciones de exportación de vacunas y productos médicos que muchos países implementaron durante la pandemia del COVID-19; las restricciones rusas a exportaciones agrícolas, minerales, petróleo y gas durante la guerra en Ucrania; entre otras. Durante 2021 y 2023, de acuerdo con datos de la OMC, el mundo ha evidenciado el uso, en promedio, de más de 110 restricciones al comercio internacional por año.
Y como corolario de este contexto plagado de controversias comerciales, en diciembre de 2024, China prohibió las exportaciones de materias primas esenciales a los Estados Unidos. Medida previsible dado el valor estratégico de las tierras raras, como el galio, el germanio, el antimonio y el grafito, en la producción de semiconductores, baterías eléctricas y armamento.
Por su parte, los Estados Unidos establecieron desde el 4 de febrero de 2025 aranceles del 10% a los productos chinos. Y, en respuesta, el Gobierno chino aumentó las restricciones a los insumos críticos para la elaboración de productos militares, tecnológicos y de energía limpia. Esta dinámica de sanciones recíprocas ha elevado los costos para empresas tecnológicas de ambos países, ha incrementado las preocupaciones por la seguridad nacional de sus gobiernos y ha generado presiones alcistas en los precios que deben pagar los consumidores finales de bienes cuyos insumos tienen un precio mayor.
De esta manera, las tensiones comerciales con objetivos geopolíticos afectan tanto la dinámica interna como externa de los países inmiscuidos. Por un lado, los Estados Unidos, para evitar quedar excluido de las cadenas de suministro, reorientó su estrategia hacia la sostenibilidad y el friendshoring, al cambiar la fuente de materias primas y trasladar la producción hacia países aliados política y económicamente. Y, por otro lado, China insiste en la protección de sus reservas de insumos vitales para tecnologías de defensa y energía limpia, a la par que promueve mecanismos de cooperación con países proveedores de estos insumos, especialmente en Oceanía y América Latina.
Bajo este panorama, el futuro de la actividad económica internacional es incierto y, dentro de esta falta de certeza, el uso generalizado de restricciones a las exportaciones será el reflejo de una lucha por el poder geoeconómico y geopolítico. Y aunque muchas de estas se justifiquen por motivos de seguridad o desarrollo, su uso indiscriminado incrementa la conflictividad global, eleva los costos de producción, reconfigura las cadenas de suministro, entre muchos otros efectos a los que se expone la población mundial. La resiliencia de empresas y el surgimiento de nuevos actores globales muestran que, a pesar de las tensiones, el mercado mundial de bienes y servicios sigue adaptándose. Sin embargo, el equilibrio entre competencia y cooperación es fundamental para definir el panorama económico futuro, y allí tanto los Estados Unidos como China tienen un papel preponderante al momento de gestionar-contener sus tensiones comerciales.
@zerpasad
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