America First
Quienes aplaudían a Trump en primera fila reunían buena parte de la riqueza del planeta. Unos empresarios, además, que como en el Fausto de Goethe, están fabricando un homúnculo, la inteligencia artificial, que los haría todopoderosos sin que lo sepamos
Superioridad, éxito, excelencia, grandeza, poder. Sería un breve resumen del discurso inaugural de Trump; las palabras-clave que se exigen poner en los artículos científicos. Decenas de veces se refirió a los Estados Unidos como el país más extraordinario que ha conocido el mundo, la civilización más imponente de la historia, con el ejército más poderoso y la economía más grande y próspera de la humanidad.
Dependiendo del baremo, todo ello puede ser más o menos verdad. El capitalismo ha puesto a trabajar a la humanidad, como bien decía Marx en el Manifiesto, y ha llevado a la raza humana a niveles de población y riqueza jamás vistos en la historia, por varios órdenes de magnitud. Y el capitalismo y su correlato más o menos lejano, la democracia, han tenido ancho camino en los Estados Unidos desde sus mismos inicios. Sí, puede ser, en términos económicos y en consecuencia militares, es muy probable que los Estados Unidos sea la nación más rica y poderosa que se haya conocido.
Dependiendo del baremo, todo ello puede ser más o menos verdad. El capitalismo ha puesto a trabajar a la humanidad, como bien decía Marx en el Manifiesto, y ha llevado a la raza humana a niveles de población y riqueza jamás vistos en la historia, por varios órdenes de magnitud. Y el capitalismo y su correlato más o menos lejano, la democracia, han tenido ancho camino en los Estados Unidos desde sus mismos inicios. Sí, puede ser, en términos económicos y en consecuencia militares, es muy probable que los Estados Unidos sea la nación más rica y poderosa que se haya conocido.
Sin embargo, a lo largo de la historia, antes y después del capitalismo, esos hegemones, las potencias indiscutidas (España en el siglo XVI, Inglaterra en el XIX, para referir nada más la más egregias) pretendieron o all menos simularon siempre que tanta riqueza y poderío servían a un fin superior, a un objetivo más allá del mero interés, la extensión de la fe católica la primera, la civilización occidental la segunda (white man burden). No se conocen frases castellanas o británicas semejantes al America First que también repitió ad nauseam el nuevo Presidente.
Los imperios, con más o menos hipocresía y menos eficacia, han pretendido justificar su poder y privilegio. Este lunes en el Capitolio, nada de eso. América primero, sin ambages, sin misiones ni objetivos más allá del beneficio y aumento de ese poder y ese privilegio. Deutschtland uber alles, Alemania por encima de todos, decía el himno nacional alemán durante del nazismo, antes de que precisamente los Aliados, EEUU entre ellos, lo tacharan. Pues ahora, America First. Estados Unidos sobre todos.
Visto y oído desde fuera, más aún, visto y oído desde América latina, el discurso de Trump da miedo. Es pavoroso. Tanto, que de política internacional lo único que dejó en claro es que le va a arrebatar el canal a los panameños, sin importar tratados ni compromisos. Hasta mencionó con orgullo patrio los treinta ocho mil muertos que costó su construcción, aunque de esos al menos 37.500 fueron panameños.
Miedo, porque ciertamente Panamá, o en realidad casi todos los países, son incapaces de defenderse de los ataques de los Estados Unidos. Miedo, porque el lunes se declaró como nunca antes que impera la ley del más fuerte, sin cortapisas, sin siquiera la mínima hipocresía de justificar esa fuerza en un bien mayor. Hasta Metternich y Kissinger palidecen ante el poder puro y duro que se anunció al planeta esta semana. El más poderoso nada tiene que justificar.
Peor. Quienes aplaudían a Trump en primera fila reunían buena parte de la riqueza del planeta. Unos empresarios, además, que como en el Fausto de Goethe, están fabricando un homúnculo, la inteligencia artificial, que los haría todopoderosos sin que lo sepamos. El maridaje más impúdico entre dinero y poder. Pánico.
Ahora los trumpólogos (este lugar no lo es) alegan que todo es parodia y negociación. Este siglo XXI nos ha recordado, sin embargo, que las palabras no son inocentes, que las malas ideas tienen las manos manchadas de sangre. Alemania sobre todos casi acaba con todos. Después de America First, ¿qué quedará para los que lleguemos de segundos?
@glinaresbenzo
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